Edgar Orejuela Contreras, In memoriam

Por en marzo 31, 2022

Por Aura Isabel Olano

Se cumplen ocho días de la lamentable partida de Edgar Orejuela Contreras, quien deja una impronta de servicio en el campo de la salud en su natal Popayán y en Colombia, no solo en su praxis como médico psiquiatra, sino también como especialista en salud pública y excelente gerente que, como tal, logró robustecer hospitales y sacarlos de las crisis, como en los casos del Susana López de Valencia y el Universitario San José de Popayán.  

De la ciudad de paredes blancas que lo vio crecer, siendo muy joven partió al Ecuador, en donde se graduó de doctor en Medicina y Cirugía en la Universidad Central de Quito, de las más antiguas de América. En la capital del vecino país ejerció durante varios años. Posteriormente se trasladó a Medellín, y en la Universidad de Antioquia obtuvo el título de máster en Salud Pública; también cursó Planeación Física y Urbana en la Universidad Nacional de Colombia sede Medellín. 

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Viajó a España, a la Universidad de Barcelona, para especializarse en Psiquiatría. Fue candidato a doctor en Psiquiatría de esa misma alma máter, con aprobación de cursos de doctorado en Gestión Hospitalaria, Economía Médica, Etoterapia, Derecho Médico, Análisis Cosmoantropológico de los Delirios Esquizo – parafrénicos. 

Ejerció su profesión en Ecuador, España, Medellín, Bogotá y Popayán, tanto en la parte asistencial como en la administrativa. Además, fue docente destacado en universidades de esos países, consultor y conferencista internacional, autor de varias obras, entre ellas de toxicología. Su vasta hoja de vida habla de su formación integral, de su preparación en diferentes campos, de su idoneidad. 

Siempre deseó regresar a su ciudad, de la que se sentía orgulloso, a prestar sus servicios. En 1995 fue llamado por el entonces gobernador del Cauca, Rodrigo Cerón, para que sacara adelante el insipiente hospital Susana López de Valencia. De un centro de salud, lo transformó en un real hospital de segundo nivel de atención, con nuevos servicios, recuperó y amplió su ruinosa planta física afectada por el terremoto de 1983. Vinculó a la institución a médicos especialistas y dotó el Susana de salas de cirugía y de partos, adquirió nuevos equipos médicos y elementos para mejorar la atención a los pacientes. Le dio orden a la administración, cuyo manejo era elemental. Fueron seis años de ardua gestión.

El médico Edgar Orejuela Contreras era especialista en Toxicomanías y Alcoholismo, aspectos sobre los que fue profesor y conferencista internacional.

En el 2001 ante la grave crisis económica del hospital Universitario San José de Popayán, que estaba al borde del cierre, fue elegido gerente. Asumió el reto de resucitar el más importante centro asistencial del Cauca y del suroccidente del país. Con decisión, propia de su carácter que le permitía actuar con autoridad, enfrentó la problemática que afectaba a esa institución, permeada por la corrupción y la politiquería que la habían socavado. Comenzó por desmontar privilegios, a llamar a las cosas por su nombre, a enfrentar con claridad la situación, que no era fácil, porque el hospital acumulaba deudas impagables con proveedores, que ya no le otorgaban créditos; abultadas obligaciones bancarias, con crecientes intereses de mora, sueldos y prestaciones sociales sin cancelar desde hacía mucho tiempo, entre otras dificultades. 

Ante la ruina económica y mientras conseguía recursos para paliar la grave situación financiera, que lo llevó a efectuar un complejo proceso de salvamento, sin contar con información actualizada, para que el hospital se pudiera acoger a la Ley 550 o de restructuración de pasivos, no tuvo más alternativa que desacatar acciones de tutela, por no poder cumplir con obligaciones laborales, porque primero estaba la atención médica. 

Alrededor de una taza de café, Edgar Orejuela Contreras, departía con sus amigos en el que fue, hasta antes de la pandemia, el Café Capriccio

Enfrentó un duro paro sindical que no lo amilanó, por el contrario, siguió trabajando sin descanso para enderezar la administración, que era un caos. Acudió al nivel nacional para lograr apoyo financiero. Quizá muchos trabajadores, administrativos y asistenciales no entendieron el que había que hacer, otros sí lo hicieron y acompañaron al gerente Orejuela Conteras en esa difícil tarea que evitó el cierre del Hospital Universitario San José, lo que finalmente logró su administración, dejando bases fuertes para que la entidad asistencial continuara con su labor. 

De no haber sido por su tenacidad, sin ambages ni medias tintas, por su compromiso con la salud, con la comunidad, con Popayán y el Cauca, seguramente el San José hubiera naufragado.

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Como payanés, amó su ciudad, sus tradiciones, tanto así que durante muchos años fue síndico de la procesión del Miércoles Santo, de lo que se sentía orgulloso. 

Edgar Orejuela Contreras fue un gran ser humano, generoso, con gran don de gentes, amante de la lectura. Al jubilarse decidió estudiar derecho y se graduó con honores, título que recibió con especial emoción.

Participó de esa amena tertulia que de manera espontánea se creó en el que fuera, hasta antes de la pandemia, el café Capriccio en el centro comercial Campanario, en donde un grupo de payaneses recordaba diferentes épocas de su ciudad, además de otros diversos temas. Hoy sus contertulios que tuvieron que emigrar a otro sitio para sus citas matutinas, lo recuerdan con aprecio, como también a otros amigos de Capriccio que antecedieron a Edgar en su partida y con quienes, seguramente, seguirá departiendo en ese mundo sideral.  

En estas horas de dolor, nuestro abrazo solidario a Gladys, su amada esposa; a sus hijas Ileana y Leonora, sus yernos Francesco Preti y Alejandro Muñoz Olano, a sus adorables nietos Eduardo, Emilia, Tomás y Lucía. Fue su familia el tesoro más preciado.            


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