¿En dónde está el gobernador del Cauca?

Por en mayo 6, 2024

Por Aura Isabel Olano

La situación de orden público en el Cauca no es grave, es gravísima, pero a los gobiernos nacional y departamental poco parece importarles la terrible violencia que padecen poblaciones del norte, del sur, del oriente y del occidente de esta sufrida región colombiana, tomada desde hace años por las guerrillas de todos los pelambres, dedicadas al narcotráfico, a la minería ilegal, a la extorsión, al saqueo, al asesinato.

Los pobladores están en medio de los enfrentamientos de las mal llamadas disidencias de las Farc con el ELN y otros grupos criminales que se disputan los territorios para seguir lucrándose de la coca, con toda su cadena “productiva”; de la marihuana, para cuyos invernaderos roban la energía eléctrica, y de la amapola, planta de la que se produce el opio. Esos cultivos de uso ilícito han hecho del Cauca, desde tiempo atrás, el paraíso para los delincuentes.

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Comunidades indígenas cohonestaron con esos grupos delincuenciales, a los que sí les permitieron entrar en sus territorios, no así al Ejército (al que sacaron a patadas en el 2012 del Cerro de Berlín, en Toribío) ni a la Policía, pero con el tiempo se les volvió el cristo de espaldas, porque tener relaciones con bandidos sale muy caro. ¿Cuántos líderes indígenas han asesinado? ¿Cuántos campesinos han tenido que salir huyendo de las balas y tatucos asesinos? ¿Cuántos niños han obligado a engrosar las filas bandoleras? ¿Cuántos niños y adolescentes han muerto en combates con el Ejército, porque los bandidos los ponen a la vanguardia? Esa miserable táctica la han utilizado desde hace muchos años, pues el Cauca ha sido santuario de la subversión. Tanto así, que fue en Santo Domingo, zona rural de Toribío, en donde el M-19 entregó las armas. 

Lo que ha sucedido en estos días en Argelia es aterrador; valientes soldados que, en defensa de la población se enfrentaron a la estructura criminal Carlos Patiño, del Estado Mayor Central (EMC), comandada por alias ‘Dumar’ o ‘Chito’, cuatro de ellos fueron vilmente asesinados y sus cuerpos profanados, lo que constituye la más espantosa violación del Derecho Internacional Humanitario. A pesar de esta monstruosidad, no hay mayor reacción, sino frases cliché por parte del Gobierno Petro. ¿Será que la vida de los soldados, que la sacrifican en defensa de la ciudadanía y de la institucionalidad, poco importa?

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Duele y mucho, escuchar los audios de los soldados que malheridos suplicaban apoyo de sus superiores, luego de tres horas de combate en Argelia. Oírlos gritar: “Nos dejaron morir”, ha conmocionado al país. Tarde llegó la ayuda, sin que pudiera sacar los cuerpos de los soldados asesinados, cadáveres que fueron burlados por seres despreciables, con los que el Gobierno pretende hacer la “Paz Total”. 

Ni qué decir del gobernador del Cauca, Octavio Guzmán, de quien poco se sabe, parece ser una persona sin carácter, sin liderazgo, que ante la terrible situación que está viviendo el Cauca en todos sus puntos cardinales, no se pronuncia, no exige del Gobierno central mayor contundencia contra los grupos delincuenciales, una estrategia que le devuelva la paz a este martirizado departamento. Lo único que trasciende de este mandatario regional, es que se está dejando “gobernar” por ciertos contratistas que disponen a su antojo en esta administración, incluso algunos enquistados desde gobiernos anteriores.

¿Qué ha hecho el señor Guzmán contra la minería ilegal? ¿Qué programa ha diseñado para combatir los cultivos de uso ilícito? Dirá que eso le corresponde solo al Gobierno nacional, el que tampoco hace nada por combatir a la guerrilla narcotraficante. Si el gobernador del Cauca no defiende a su departamento, a la gente que sufre el permanente acoso y violencia de quienes se han adueñado de la región, ¿para qué se hizo elegir si no es capaz de gobernar? Claro está, que es ficha de su antecesor, Elías Larrahondo, otro gobernante mediocre, que lo único que busca es seguir con el poder en cuerpo ajeno, para saltar, tal parece, a la Cámara de Representantes. Son los gobiernos de las triquiñuelas, para eso son expertos.

Entre tanto, sin gobernantes de verdad, sin vocería nacional, el Cauca se debate en medio de la violencia, del abandono y de la corrupción, porque hasta la Contraloría Departamental brilla por su ausencia.     

No se puede negar que hay miedo en el Cauca, que se siente orfandad, de ahí que muchas empresas hayan decidido salir de Popayán y de otros sitios del departamento, no solo compañías grandes, sino pequeñas, con preocupantes consecuencias para la economía, su crecimiento y el empleo. De ese éxodo son responsables también las comunidades indígenas, ideologizadas, que cuando se les antoja se toman la Panamericana, solo les importan sus propios intereses, como si no formaran parte del departamento. Eso debe cambiar.     

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