Wonder land

Por en julio 2, 2020

Por Adriana Collazos, Esq.

En Colombia se pueden presentar muchas fórmulas para solucionar los problemas socio-políticos de la sociedad sin tomar en cuenta las características individuales del país, por ejemplo, nuevos modelos económicos, sacar notas de países avanzados con sociedades casi perfectas como Suiza, Holanda o incluso, Dinamarca, y también copiar a imagen y semejanza alguna política desarrollada por los Estados Unidos o Francia. El poder puede pasar a manos de la izquierda o continuar por los senderos de la derecha; también, se puede hacer una constituyente declarando fallida la Constitución Nacional de 1991, igual que las nueve anteriores, o como todos los años, redactar normas que la modifiquen. Sería inspirador un movimiento constituyente, pero al final estaríamos enfrentados a los mismos hechos y a la misma gente. Además, se puede continuar emitiendo normas más justas, como endurecer las penas para los crímenes y aumentar las ayudas para los pobres, pero eso es seguir podando las ramas del árbol, cuando no se ha visto, o no se quiere ver, el problema de raíz.

Aunque la fachada de las fórmulas antes mencionadas parezca solucionar el problema social que los políticos tienen en sus agendas, nada de lo anterior, y repito, nada, va a resolver de raíz los problemas sociopolíticos que Colombia padece. Es decir, ninguna de las potenciales soluciones va a mostrar resultados inmediatos, tal y como los trucos de magia traen sonrisas a los niños en las fiestas, y no saldrá un conejo del sombrero de ninguna persona pública. Los políticos son seres humanos similares a nosotros, capaces de muchas cosas, pero incapaces de ser seres perfectos e iluminados con todas las respuestas, solo son seres humanos y no se pueden endiosar.

PUBLICIDAD

Partiendo de esta base, solo con el esfuerzo verdadero del trabajo individual y social de la comunidad, se podrán lograr los resultados esperados. No se puede tampoco prescindir de los legisladores, los jueces o del mismo gobierno, pues son necesarios para continuar en su tarea de hacer leyes y plantear cambios drásticos para la consecución de un mejor Estado. Colombia siempre debe anhelar ser un mejor país, con una mejor economía, pues la utopía es la añoranza de la perfección.

Los políticos también deben concientizarse de las verdaderas necesidades de la población, que no son tan solo, alimento y techo. Existen otras necesidades como por ejemplo, empleos bien pagos para que puedan adquirir viviendas dignas; impuestos más bajos, para que incrementen su capacidad adquisitiva y facilidades para el ingreso al sistema de salud para quienes no tienen recursos, pues aunque ya se haya logrado una cobertura bastante alta con la ley 100 de 1993, el ingreso al régimen subsidiado sigue siendo tortuoso por los cambios en los criterios del SISBEN. Es decir, los políticos deben hacer su tarea, estudiar lo que realmente está fallando y proyectar las potenciales soluciones con técnicas jurídicas y no a la loca. Aunque sean soluciones que se tengan que implementar a través de los años.

Algunos modelos económicos y políticos que la izquierda y la derecha han mencionado bajo circunstancias específicas, pudieran servir para hacer una comparación analítica con el nuestro, dejando de lado las consecuencias de los últimos hechos globales, ya que aún no las conocemos con certeza.

Se pueden resaltar, por ejemplo, Dinamarca como sociedad monárquica, con una población de casi seis millones de personas que gozan de educación gratuita, servicio médico gratuito, y en promedio, los salarios más altos del mundo. Los niveles de pobreza son bajos y es un Estado históricamente benefactor, cuya población tiene una actitud positiva hacia el pago de impuestos, aunque son relativamente altos en comparación con otros países de Europa. Y esa actitud es positiva, pues entienden que se van a utilizar para pagar su salud, educación y para ayudar a otros más necesitados. Hay alta credibilidad en las instituciones del país.

Suiza y su presidente rotativo, rigen una población de más de ocho millones de habitantes, tienen un congreso de 200 diputados que trabaja, tan solo, cuatro veces al año por tres semanas, y así, se obligan a que tengan trabajos independientes de la política para poder vivir. Es una economía abierta con impuestos bajos respecto a otros países industrializados y gran credibilidad institucional. El impuesto de renta, por ejemplo, es de cerca del 16% y su tasa de pobreza aproximadamente del 8%. De otro lado, los países bajos, también tienen un régimen monárquico constitucional, con más de diecisiete millones de habitantes que creen en sus instituciones, un nivel de pobreza entre el 11 y 13%, y un impuesto de renta cercano al 30%. Es uno de los países industrializados más avanzados del mundo.

PUBLICIDAD

Un país que siempre es un ejemplo a comparar, son los Estados Unidos de América, sobre todo porque históricamente ha sido el país de la libertad y su constitución es casi inamovible desde 1791. Es una república constitucional, democrática y representativa, organizada de forma federal, con economía capitalista y la bolsa de New York como la más grande del mundo. Está pasando por algunos problemas de credibilidad institucional actualmente, pero tiene más de 320 millones de habitantes que gozan de derechos a la educación gratuita hasta el bachillerato, y los bajos costos de acuerdo al ingreso per cápita del país, de las universidades públicas con programas universitarios de pregrado de dos años. En salud, tiene programas extraordinarios para los ciudadanos, con la posibilidad de que sean totalmente gratuitos y de fácil acceso para personas de bajos ingresos. Aunque su origen sea de nivel federal y estatal, la operación en salud es totalmente privada. Aproximadamente el 12% de la población es pobre y quienes deben pagar impuesto de renta, pagan hasta el 26%. 

Sin embargo, y entendiendo con claridad cuál es el verdadero problema de raíz, el análisis debe ir más allá, y también el estudio de los modelos anteriormente mencionados. Se debe comprender que las poblaciones difieren radicalmente con la nuestra en tamaño, unas son más pequeñas y otras más grandes, y en diversidad razas e historicidad. Dichas sociedades tienen elementos como la disciplina, honestidad y el sentido del otro, o la otredad, que a nivel comportamental, las hacen completamente distintas a la colombiana.

Y qué pena si suena a tirón de orejas, pero el problema verdadero de Colombia está en nosotros mismos.

Se debe obtener una mejor consciencia de lo que hemos hecho y de quienes somos.

El verdadero problema de Colombia está en cómo se educa a las nuevas generaciones; en la pérdida de valores que se viene gestando desde los 80 con el narcotráfico; en la corrupción, no solo de los políticos, sino también de todos aquellos que pagan un soborno a algún policía o de los policías que lo reciben; en los pequeños y los grandes robos; en los actos que les enseñan a nuestros niños los senderos de oscuridad; en el deseo y la protección de quienes se adueñan de los bienes que otros han trabajado; en no entender las necesidades ajenas, ni querer hacerlo; en creerse señores y dueños de la última verdad porque se tiene un poco más de educación o de poder, y no ser capaces de escuchar; en quienes consideran que sus derechos son mejores o más importantes que los de otros; en los que no estudian ni saben cuál es el origen de los problemas sociales y apoyan marchas inconducentes, que en su mayoría de las veces se salen de lo legal; en quienes tratan de borrar la historia y reescribirla; en la doble moral de los que enjuician sin fundamento, social o jurídicamente a las personas; en quienes revictimizan; en los que imponen una sentencia con sesgos políticos o crean una ley innecesaria cuando deberían estar estudiando tecnicismos; en quienes se alegran porque inocentes deban ir a juicio, mientras celebran que criminales estén libres, y en la falta de entendimiento de conceptos básicos como la legalidad y la ilegalidad, entre otros.

Una vez superemos esos problemas, que son bastantes, o empecemos a reconocer nuestras falencias, estaremos encaminados hacia un mejor futuro y seremos capaces de cambiar la sociedad hacia horizontes más soleados. Es cierto que necesitamos una sociedad con más trabajos, menos impuestos, mejores compensaciones y menos corrupción; a mí personalmente, me encantaría estar en cualquiera de los países que nombré y gozar de todos los beneficios que sus habitantes tienen. Sin embargo, y volviendo de “wonder land”, o del deber ser de las cosas, soy consciente de cuál es la realidad de Colombia y de qué puedo hacer yo para mejorarla.

En los modelos de los países estudiados brevemente, no hay corrupción, hay otredad, y por ende, no hay tanta pobreza, y son países industrializados con muchas empresas que otorgan trabajo. En Colombia, en cambio, hay odio de clases, odios políticos, odio a las empresas, corrupción terrible que empieza desde casa y pensamientos obtusos que no comprenden conceptos básicos de legalidad. También, yéndonos al otro extremo, podríamos “aspirar” a ser Venezuela o Cuba, países dictatoriales donde mujeres se prostituyen por unos pocos dólares.

Una Colombia educada en valores éticos es más moral, y una Colombia educada en verdadera historia, es más consciente de los hechos. Es difícil que una sociedad corrupta y con políticos mediocres se apodere de una comunidad educada en valores y con conocimiento de la historia. Lo anterior, porque es más fácil elegir y hacer política con una población consciente, que con una población dormida. Antes de plantearse los cambios de modelos económicos, les planteó el cambio interior.

El cambio sí es posible, pero es cuestión de una decisión individual: decidir quiénes somos y a qué aspiramos.

You must be logged in to post a comment Login

Leave a Reply