Un sábado de pandemia con aislamiento general

Por en mayo 2, 2020

Por Alberto Muñoz Olano

Jamás imaginé que en el siglo XXI la raza humana tendría que sobrevivir a una pandemia que se propagara tan rápido a nivel global; esta pesadilla se inicia todos los días al despertar desde hace ya 35 días y ha generado una profunda preocupación por nuestra salud y la de los seres queridos, por eso tenemos que encerrarnos en nuestras viviendas y dejar de hacer las cosas que nos gustan, que debemos y tenemos que hacer.

PUBLICIDAD

El sábado desperté sabiendo que era día de “Aislamiento General”, según el cuadro que semanalmente envía la Alcaldía y replican los medios de comunicación, por WhatsApp, Facebook y otros medios virtuales. Se supone que nadie debe salir, excepto los que prestan servicios esenciales. Como tengo tiempo, me asomo por la ventana temprano en la mañana, sonrío, un lindo día de cuarentena como casi todos, aunque se supone que es época de invierno. Empecé a ver el panorama en el barrio, actividad que usualmente no realizo, pero quería algo de sol. Observo en detalle hacia el parque, veo los mensajeros en bicicleta y moto que recorren la ciudad haciendo los mandados de aquellos que no pueden salir; personas sin techo pidiendo comida, dinero o ropa. Me conmoví con uno de ellos que calzaba unas chanclas que se partían a pedazos mientras caminaba y le regalé un par de  tenis que guardaba. Se acercaron más personas al ver que regalé esos zapatos, a pedir también, no tengo más, dije. Entonces se le arrimaron al que “estrenaba” tenis, a amedrentarlo para quitárselos, los amenacé con la policía y lo dejaron tranquilo. Después todos se alejaron. Aún con esa sensación de inseguridad seguí observando toda la mañana, conté al menos 30 hombres sin hogar, uno de ellos dormía plácidamente en el paradero del bus cubierto completamente por cobijas.

Los mensajeros recorren la ciudad haciendo los mandados de aquellos que no pueden salir.
Al menos 30 personas sin hogar, van y vienen sin ningún tipo de protección.

Más tarde los “escobitas” de Serviaseo pasaron haciendo limpieza, recogían la basura que aún tiran a las calles algunos inconscientes, mientras observaba cómo hacen el aseo, me percaté de que van y vienen mascotas acompañadas por sus dueños, a dar la vuelta al parque y hacer sus necesidades; la mayoría de amos recoge las heces de los cuadrúpedos y las depositan adecuadamente en el basurero; otros no, de hecho estoy sorprendido de que muchos dueños de estos lindos animales no recogen los excrementos. ¡Se imaginan que esto es de todos los días y que son muchos los que sacan a sus mascotas en toda la ciudad! 

También me percaté de que no todos usan tapabocas y que algunos aprovechan para fumar y no propiamente tabaco; es más, a pesar de esta pandemia, la mayor parte del tiempo el parque huele a marihuana. ¿Será que ahora con el poco humo de los carros podemos percibir más ese desagradable olor? ¿Por qué no fumarán en sus casas?, debe ser que a sus familiares tampoco les gusta ese olor.

Pasan las horas y siguen cruzando personas sin hogar, vestidos con harapos unos, y otros con mucha ropa y sus maletines bien puestos. Eso sí, la forma de caminar entre relajada e intimidante muestra la difícil vida de estas personas, la mayoría parece consumidora de drogas, se les nota. Había visto antes a varios en esa situación, unos inhalando pegante, otros el “polvo blanco”. De los que se acercaron a pedir, como fue usual durante el día, uno de ellos venía del restaurante El Quijote con un recipiente lleno de comida y un tenedor. Le pregunté cuánto le habían cobrado, mil pesos, contestó. Qué linda labor del dueño del restaurante darles de comer a todos los necesitados del sector y solo les cobra el recipiente, pero es una lástima que dejen los elementos usados tirados en la calle, menos mal los escobitas pasan seguido.

PUBLICIDAD

El parque se usa mucho para dormir unos, y otros para fumar cigarrillos de marihuana.

Se acerca el mediodía y los mensajeros en moto y bicicleta van llegando a los restaurantes a llevar los pedidos de comida, labor que desempeñan hasta pasadas las 10 de la noche, ya muchos de ellos se conocen, charlan, cuentan chistes y hasta se la “montan” entre ellos. Son muchos, la confianza es tanta que se aproximan a menos de dos metros de distancia mientras esperan que salgan los pedidos y cuando eso sucede, se ponen el tapabocas, el casco, los guantes, reciben el pedido y salen raudos a desempeñar su labor. Aunque casi todos cumplen con las recomendaciones de salubridad, vi guantes sucios y tapabocas reusados. Pienso en las bolsas de la encomienda, los guantes, los manubrios de las motos, el interior de las cajas con los alimentos, las monedas y billetes que van y vienen, cambiando de dueño a cada minuto. También cuando se sientan en donde otros pisaron. Le ruego a Dios nos proteja, pero recuerdo que estas cosas dependen 100% de los seres humanos.

El tapabocas es un elemento que no todos usan.

No es que quiera ser alarmista, pero veo que algunas almas bajan la guardia con los cuidados básicos. Recordemos que en el parque van al menos 30 personas sin hogar, sin tapabocas, ni guantes, se sientan sobre el césped, bancas y andenes. Igualmente, orinan en los árboles, los mismos que abrazan algunas personas cuando quieren conectarse con la naturaleza, si supieran lo bien conectadas que quedan.

Algunos aprovechan pasear sus mascotas para fumar en el parque. ¿Será que al exhalar el humo de cigarrillos por asintomáticos o sintomáticos, muy cerca de otras personas, se puede transmitir el Coronavirus?

Ahora pensarán los lectores que tengo algo en contra de las personas sin hogar, pero no, lo que hacen ellos, lo hacen muchos otros, sí, los mensajeros, no todos, también esperan sentados en el pasto, bancas, andenes y orinan en los árboles. Eso sí, antes y después de hacer los mandados. Percibo a aquellos que acompañan a sus mascotas al parque, relajados con las medidas de cuidado, en gran número, personas cercanas a los 70 años de edad en día sábado de “Aislamiento General”. 

También me percaté del uso de la contravía en el sector por conductores de bicicletas, motos, vehículos de cuatro ruedas y una ambulancia, para colmo el conductor estaba leyendo el celular. Creo que eso es lo que menos importa en épocas de pandemia, supongo que piensan en que hay poca probabilidad de choques.

Este señor disfrutaba del menú por la quijotesca suma de mil pesos, mientras me pedía limosna.

Todo eso sucede a pesar de que los patrulleros de nuestra querida Policía Nacional pasan continuamente con sus altavoces llamando la atención de quienes no cumplen con las sencillas normas de sanidad. De hecho, mientras escribo, escucho a una patrulla con parlante dirigirse a 10 personajes de una conocida empresa de mensajería, que charlan muy junticos y orondos en la mitad del parque, algunos sentados en el suelo, porque no hay bancas para todos. Sí, el suelo que pisaron las mascotas y decenas de personas que pasaron por ese lugar que limpian los escobitas, pero que no desinfectan.

El deporte recreativo tuvo representación el día sábado de “Aislamiento General”, una persona de la tercera edad y una joven que esperaba un compañero en la autopista.

Y así es un sábado de pandemia, cuando nadie debe salir a la calle, no obstante sale mucha gente, preocupante. No sé cómo será en el resto de la ciudad y parques, menos mal la inmensa mayoría hace caso, casi todo el tiempo.

¿Sabrían ellos del “Aislamiento General”? o ¿de la distancia mínima que se debe tener?
El señor de la moto llevaba pasajero, la policía los detuvo y los recusó por el parlante.

Esta foto fue tomada días antes, la publico para mostrar que a un sector de la población se le permite circular por la ciudad sin la más mínima intensión de protegerse del coronavirus. Minutos antes el señor estaba tratando de abrir un Sprint de color verde.

En conclusión, hay bastantes personas en la calle que no cumplen con las normas sanitarias dispuestas por el Gobierno Nacional, los parques son un probable foco de infección, algunos dueños de mascotas poco atienden de recoger las heces, cantidades de personas sin hogar deambulan por la ciudad, venezolanos por doquier, ladrones al acecho y los vecinos están mal de pijama.

You must be logged in to post a comment Login

Leave a Reply