Rosas y espinas en el sur de Colombia

Por en febrero 9, 2023

Por Gerardo Rosero Pérez

Mientras mis ojos, descansando del hastío de la modernidad, contemplaban en deleite las cristalinas aguas de la Laguna de Apoyo y repasaba los compases de la marcha triunfal que nos pintara en mágicos colores Rubén Darío, el poeta de esta tierra amada Nicaragua, que periódicamente me conlleva a veces a soslayar la realidad de nuestro terruño y otras que me sumergen en las disquisiciones sobre el futuro de nuestra martirizada región, recibí con suma tristeza la noticia del descomunal derrumbe en la falla Romeral de Rosas, que instantáneamente me transportó de regreso al año 1975, cuando mi profesor de vías en la Universidad del Cauca, el distinguido ingeniero Paulo Emilio Bravo, tenía como tema sustantivo el estudio y trazado de la variante “Timbío – El Estanquillo”, precisamente para evitar el paso por este accidente geológico.

Recordé que hace 150 años, 1873, el explorador y luego presidente de Colombia, Rafael Reyes, pisaba por primera vez las cálidas arenas de la playa del Morro, y en otro de sus viajes, 1893, después de atravesar los departamentos del Cauca y Nariño exclamó en la Perla del Pacífico, “Tumaco será la metrópoli comercial del sur”; y posteriormente, en 1906, como primer mandatario de los Colombianos contrata al eximio ingeniero Miguel Triana para realizar el estudio y trazado de la vía Tumaco-La Sofía, hoy Puerto Asís, cuyo informe y legado es el libro “Por el Sur de Colombia, excursión pintoresca y científica al Putumayo”.

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Recordé que Don Julián Bucheli Ayerbe, en su segundo mandato como gobernador de Nariño, emprende en compañía del director general de Obras Públicas, Enrique Eraso Navarrete, la travesía desde Pasto a Barbacoas, pasando por Túquerres; navegan por los ríos Telembí y Patía hasta llegar al mar Pacifico, y en Tumaco se embarcan con destino a Panamá a contactar al ingeniero norteamericano Daniel E. Wright, quien es contratado para elaborar el estudio y trazado del Ferrocarril de Nariño, cuyo informe final se rinde al ministro de Obras Públicas el 1 de Julio de 1922 en sus dos ramales: Pasto-Tumaco y Pasto-Popayán, de los cuales se construyó el tramo El Diviso-Tumaco, que operó hasta el año 1960, cuando el gobierno del presidente Lleras Camargo ordenó levantar los rieles con el insólito argumento de que el tren no colonizaba.

Recordé que, en 1958, el R.P. Louis Joseph Lebret en el informe del “Estudio sobre las condiciones económicas del desarrollo de Colombia”, identifica a Tumaco como “Puerto de cabotaje internacional” y las áreas del Pacífico Sur y el Piedemonte Amazónico como grandes zonas a desarrollar.

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Recordé que, en el año 2000, el Sr. Francesco Vincenti, gran amigo de nuestro país, como representante de la Organización de Naciones Unidas y con la Cancillería Colombiana promueven el desarrollo de la Región Panamazónica y se logra que el proyecto del corredor Intermodal Tumaco – Puerto Asís – Belem do Pará, se incluya en la iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana- IIRSA.

Si algo ha develado la crisis que produjo en el sur de Colombia la erosión en masa en Rosas, ha sido la importancia vital y estratégica de la Bahía de Tumaco y su conexión con Pasto-Mocoa-Puerto Asís para comunicarnos con el centro del país y Brasil, tal como lo anticiparon los visionarios ya citados y que desde hace 28 años la Corporación Panamazónica viene promoviendo en escenarios nacionales e internacionales como una iniciativa que contribuirá a la erradicación de la violencia, la pobreza y el desempleo en el sur de la patria.

Rosas, la tragedia anunciada, la tragedia esperada, la tragedia desdeñada, al fin llegó clavando las espinas de dolor y desesperanza en las gentes sureñas que se preguntan: ¿qué pasó, si se pudo evitar esta desgracia? Y la respuesta es que el centralismo estatal ha sido un obstáculo para nuestro desarrollo; pero de fondo, la gran falencia del devenir socio- económico de la región han sido: el egoísmo y el cinismo, el facilismo y el inmediatismo, el conformismo, la mezquindad y la pobreza de espíritu de nuestros dirigentes, su ceguera mental, su incompetencia y el desconocimiento de la historia positiva que forjaron nuestros mayores cuando trazaron el rumbo de nuestra prosperidad propia; y finalmente, porque se tomaron decisiones políticas ignorando las decisiones técnicas.

Razón tenía Séneca cuando expresó: “No hay viento favorable para el que no sabe a dónde va”. El colapsamiento de la comunicación terrestre entre Popayán y Pasto nos ofrece la mejor oportunidad de convertir este problema en el despegue hacia un nuevo sur de Colombia; el sur del futuro, el de la visión de los grandes con la integración Pacífica, Andina y Amazónica, el de la integración sudamericana, el del comercio mundial, el polo del desarrollo nacional y de la paz, el del rosal y la gloria inmarcesible del Gran Cauca, el de nuestros hijos y de Colombia entera.

Es mi deber advertir que somos nosotros mismos quienes debemos transformar el territorio….¡conocer para transformar! Nadie sale del laberinto con llave ajena, nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer, la existencia no admite representantes.

Por último, hacer un llamado respetuoso a la reflexión a todos los surianos y preguntarnos si no tenemos cierto grado de responsabilidad en la crisis que estamos padeciendo, al elegir en las últimas décadas a dirigentes que no han estado a la altura de la grandeza histórica, ni de la dimensión de la futurista visión del desarrollo regional planteada por los prohombres de antaño. ¡Quien esté libre de culpa que tire la primera piedra!

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