Más allá de las estatuas

Por en septiembre 19, 2020

Por Jairo Hernán Ortíz Ocampo (*)

La indignación que ha despertado la caída de un símbolo del pasado colonial debería aplicar para indignarnos frente al panorama crítico del Cauca. Miren ustedes: cuenta hoy en día con los niveles más bajos de desarrollo y de producción, con respecto a otros Departamentos del país. Un índice de producción escaso de 2.3% del Producto Interno Nacional. El 46.4% de su población presenta necesidades básicas insatisfechas, 24 de los 42 municipios tienen niveles altos de pobreza, el 41.5% no alcanza a cubrir sus gastos mínimos con sus ingresos, cuenta con una tasa de 36.6% con población desnutrida, el 33% de sus habitantes en edad escolar se encuentra por fuera del sistema educativo, una tasa de analfabetismo del 12.1%, y en la zona Pacífica del Departamento es de 39%. 

El Cauca ha conservado sus prácticas políticas tradicionales, así como le ha gustado conservar el patrimonio histórico. Ha hecho de la corrupción política algo natural e inevitable. Corrupción que se ve reflejada hoy en día en la precaria capacidad de gestión, en el desvío de recursos públicos y en el clientelismo. 

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Para el caso específico de Popayán, cuenta con uno de los índices más altos de desempleo del país (casi el 18% antes de la pandemia), los niveles de inseguridad han aumentado de manera notable, vemos con preocupación el incremento de bandas criminales organizadas dedicadas al lavado de activos, a la extorsión, hurto y sicariato. 

Si a lo anterior le sumamos el deterioro de la ciudad en su malla vial, en el espacio público y en el precario e indignante sistema de transporte público, podríamos concluir que Popayán se encuentra en un proceso acelerado de degradación. 

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No podemos pretender que se pueda conservar el pasado si no trabajamos por el presente y futuro de la Región y de sus comunidades. No podemos tampoco arroparnos con las historias de los antepasados (muchas veces oscuras) si queremos romper el círculo vicioso casi eterno entre violencia, pobreza y analfabetismo. 

La comunidad en general está en el deber y en la obligación de exigirles a sus gobernantes mayor gestión, efectiva, para solucionar las problemáticas antes descritas. La política es acción, la contemplación hay que dejársela a las estatuas. 

(*) Docente Programa de Ciencia Política 

Universidad del Cauca

jhernanortiz@hotmail.com

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