Los frutos de la sinrazón

Por en junio 9, 2021

Por Eladio Solarte Pardo  

Si en las propias orejas del denominado “paro nacional”, en Bogotá, Cali o Popayán, para no ir más lejos, se sienten sus efectos por tantos días de parálisis, en medio del terror y la incertidumbre, por tantos días de desabastecimiento provocado, ¿qué no podremos decir de nuestra Colombia lejana, huérfana y ausente, aquella que le ha tocado vivir gran parte de su historia de espaldas a la realidad del país, olvidada, terriblemente abandonada, en la exclusión y en manos de la delincuencia, de grupos residuales de la guerrilla, de agentes del narcotráfico, como por ejemplo el Departamento del Putumayo?  

En esa extensa zona territorial, aspectos como la salud, la educación y la seguridad pública, el abastecimiento de productos alimenticios, el transporte, etc., golpean gravemente la incipiente economía de sus gentes que, con sobrada razón, se sienten a la deriva y sin ninguna tabla de salvación.  

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En Mocoa, capital del Departamento del Putumayo, la vida se desarrolla en condiciones terriblemente desventajosas, pues allí un kilo de carne de res no se consigue por menos de treinta mil pesos y un panal de huevos tiene un costo de veinticinco mil pesos. Y algo aún más conmovedor:  el “paro” no permite el suministro de gas y por dicha causa muchos hogares han tenido que retroceder a la época del fogón y la leña, ¿quién lo creyera? Y, aún más, con la pesantez de que su difícil cotidianidad no tiene derecho a salir en las pantallas de la televisión nacional.  Sufren en silencio e ignorados y todavía no olvidan el despojo de que fueron objeto con oportunidad de las ayudas para los damnificados de la avalancha.  

Allí el único empleador posible es el Estado, por lo cual tener acceso a un empleo es una vaga ilusión, y los pocos emprendimientos existentes han comenzado a morir de inanición.  

Aunque se trata de una región inmensamente pródiga en recursos naturales, con abundancia de ríos con riqueza pecuaria, en el Putumayo de hoy, sus vías de comunicación se encuentran bloqueadas por un motivo más: la inminencia de la fumigación, los frutos se pudren en las parcelas y quienes las cultivan se profundizan cada día más en la pobreza.  

Mientras tanto, en la otra Colombia, en la Colombia exigente e intolerante, unos cuantos gritan ¡Resistencia!  

Como colofón, no hay que olvidar que, en materia de abandono estatal, atraso y orden público, los departamentos de Cauca y Putumayo son hermanos gemelos.

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