La luz al final del túnel

Por en febrero 6, 2018

Por: Jairo Hernán Ortíz Ocampo (*)

Las encuestas recientes acerca de la intencionalidad de la votación de los colombianos en la próxima contienda electoral por la Presidencia, dan por ganadores a los candidatos que no hacen parte de los partidos tradicionales.

No es casualidad: ¿Acaso no son estos, los partidos tradicionales los responsables en gran medida de la inequidad y/o desigualdad económica y política de la gran mayoría de los colombianos? El camino que han trazado los dos partidos tradicionales después de la violencia de los 50 ha sido un desacierto. Contribuyeron con la prolongación de la violencia y cerraron toda posibilidad a la participación política a otros partidos y/o movimientos que tenían otras ideologías. Pero lo más grave, contribuyeron con desprestigiar el ejercicio de la política y sus instituciones.

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Ya no se puede ignorar, ni es deseable, que estamos en una época de transición impulsada por una nueva generación de colombianos, hombres y mujeres, que plantean nuevas formas de pensar y de hacer la política. Ya en el nuevo mapa político colombiano hacen presencia y exigen su participación movimientos con las ideologías más dispares y de regiones que históricamente habían estado en la periferia del país y no en el centro.

Nuevas formas de pensar y de hacer la política dirigida a la solución de las causas que han convertido a Colombia por muchas décadas en el segundo país de América Latina y el séptimo en el mundo con mayor desigualdad en la distribución de la riqueza y con el sistema de partidos que redujo el derecho a la participación política a un privilegio para una minoría.

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Una nueva generación de líderes políticos que ya no ve la  desigualdad económica como un fenómeno natural y por lo tanto inevitable, ni mucho menos como una consecuencia de las leyes inexorables de la economía.

Preguntémonos: ¿Por qué el país está actualmente estancado en su desarrollo y por qué está organizado de manera ineficiente y no deseable? la respuesta debe estar centrada en la manera en que son tomadas concretamente las decisiones, quien las toma y porqué, estas personas deciden hacer lo que hacen: ¿Qué modelo económico, de desarrollo y de sociedad están implícitos en la toma de decisiones y cuáles son los intereses en juego? El estancamiento del desarrollo del país ha sido el resultado de las decisiones tomadas por quienes hemos legitimado (elegido) para tomarlas. En otras palabras, las regiones colombianas son pobres porque quienes han tenido el poder han tomado decisiones que crean pobreza.

Ahora, ¿Cuál podría ser el camino más acertado para el país?  No podemos seguir votando por los mismos para que sigan con las mismas. Elijamos nuevos líderes que quieran devolverle la dignidad a la política. Es tiempo de una Colombia posible, eficiente y democrática.

(*) Docente Programa de Ciencia política

Universidad del Cauca

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