Economía del Cauca en época de pandemia

Por en mayo 26, 2020

Por Alberto Muñoz Olano

A principios del año los caucanos sabíamos que algo malo pasaría; claro, el mismo mal de todos los años: el cierre de la vía Panamericana que acaba sistemáticamente con el empleo, la economía local, las inversiones, los ahorros de las personas, el futuro de los paisanos y se burla e irrespeta los derechos humanos. Pese a ese viacrucis, puede más el deseo de seguir viviendo en esta región.

Pero, ¿qué mal peor podríamos sufrir, aparte de que explotara el volcán Puracé o de un terremoto como el de 1983, que cada 40 o 50 años mueve los cimientos del valle de Pubenza? Pues lo hay. Estamos sufriendo por culpa de un enemigo invisible, del que nadie sabía ni sabe nada, el coronavirus Covid 19. 

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Como la última pandemia sucedió hace 100 años, muy pocos sabían de esa tragedia, y como la ciencia y la tecnología en favor de la salud han avanzado, jamás pensamos que nos afectaría algo así. Qué equivocados estábamos. El gran ser humano arrodillado ante un microscópico acelular. Quien entiende la gravedad del asunto está encerrado con miedo de morir y desesperado por el futuro incierto que nos espera.

En dos meses de encierro cada quien sobrevive según le toque; varios perdieron su trabajo y viven de sus pocos ahorros, los que no tenían trabajo ni ahorros ponen un trapo rojo en la ventana de su casa esperando un mercado, otros hacen cola aguardando las colaboraciones del Municipio y la Nación. La que más sufre es la clase media, llamada también vergonzante, incapaz de salir a suplicar por un mercado, por dinero para el pago de servicios públicos, de la deuda bancaria, etc. 

Además, los que no tienen vivienda y se sostenían de la caridad pública, gritan por comida recorriendo la ciudad.Aquellos que conservan su empleo a través de teletrabajo, se quejan del mayor tiempo que les lleva su día laboral, si tienen hijos pequeños sufren el desgaste adicional de cuidarlos y apoyarlos en sus clases virtuales, este grupo ya casi pierde la cordura. 

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También están los que viven solos que, sin empleo, su mayor distracción son los quehaceres domésticos, cocinar y las redes sociales.

El personal de salud, que es el héroe del momento, pone en riesgo su vida, y como los hospitales y clínicas facturan menos, tampoco tienen asegurado su trabajo a final de cuentas. Los dueños de empresas y negocios están deprimidos por todos los problemas que tienen y los que se les avecinan en este débil mercado local. Si aún pueden vender, como algunos negocios de comida, farmacias, entre otros, sus ventas varían del 10%, al 30% de lo normal. Eso sí, el empleo que crece es el de mensajería, llamado domiciliario, que en las actuales circunstancias se volvió el oficio más significativo y riesgoso.

Del coronavirus no se sabe qué es peor, si los dos meses de encierro (falta más tiempo) o ver cómo se acaba la frágil economía del Cauca

Estamos llegando a mitad de año y todavía falta el cierre de la vía por parte de los indígenas, ¿qué lo van a hacer?, claro que sí, es el negocio más rentable en este Departamento, másque la coca misma. Ahora darán razones diferentes, como los insultos de un ex contratista del Ministerio de las Comunicaciones que, estresado, indignado y aburrido por los caprichos de los miembros del CRIC, en conversación privada, sin percatarse de salir de la cita virtual, se refirió aellos con palabras de grueso calibre, aunque impropias, no lo pueden acusar de mentiroso, bueno fuera que dijera por qué su reacción, porque no tiene ningún vínculo con el Cauca, como para decir que lo movió un interés personal.

Pensar en pagar las deudas que día a día se acumulan por esta rara vivencia, bajar los kilos ganados por el sedentarismo, sufrir la crisis económica más grande del siglo XXI, generan estrés en la población y todavía falta según la OMS que el 80% de la población mundial sea infectado por este virus, de ese porcentaje el 20% verá complicada su salud y el 5% habrá de morir.

El maldito virus que nos asecha tiene al Departamento del Cauca en jaque, esperamos que la cerrada de la vía no nos dé mate.

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