El periodismo muere mientras algunos se enriquecen con la difamación

Por en julio 4, 2015

Por Alberto Muñoz Olano

El periodismo es, sin lugar a dudas, una profesión importante, fundamental en el desarrollo de una comunidad, porque a través de él se transmite la información a la ciudadanía, la cual se apoya en su veracidad para tomar decisiones, algunas influyen en sus proyectos de vida, otras sobre sus opiniones y posiciones respecto de algunos temas.

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Siempre que esta sea verdadera en temas positivos o negativos, guiará por el mejor camino que una sociedad pueda tomar, por eso nacieron los medios de comunicación, para poder difundir de forma oportuna, eficaz y eficiente las noticias.

Desde el Acta Diurna que Julio César introdujo en el Foro Romano, se notaron los primeros inicios del periodismo en el siglo I, pasando por la edad media cuando se difundía información económica y comercial, los medios de comunicación evolucionaron. En la ciudad de Venecia se vendían las noticias en hojas al precio de una moneda, que en ese entonces era una Gaceta. Después, la imprenta revolucionó la forma de difundir la información de manera masiva, naciendo los periódicos.

Los diarios impresos desde el siglo XIX fueron los que dominaron como medios de comunicación, en el siglo XX la radio y la televisión aparecieron para compartir los espacios de distribución de información. Pero todos los medios necesitaban grandes inversiones en maquinaria, equipo y bienes inmuebles para funcionar. También recurrían al mejor talento humano para difundir la información. En el siglo XXI la tecnología digital cambió todo el concepto de distribuir la información, impulsado por la Internet y con ella la conexión a nivel mundial. Ya no se necesitan grandes inversiones para transmitir información, tan solo un portátil, un celular, una cámara fotográfica o de video y uno que otro aparato digital. Con ellos se reemplazan las grandes imprentas, los imponentes estudios de televisión y hasta las salas de audio de las emisoras radiales.

En teoría es la mejor noticia para la difusión de información de medios regionales e independientes, logrando la democratización y propagación de los medios de comunicación. Tan solo en la ciudad de Popayán existen cantidades de noticieros televisivos, radiales y digitales, que con una pequeña inversión difunden noticias a la población. Pero no todo es color de rosa, cada medio de comunicación tiene sus debilidades y al ser tan numerosos en un mercado pequeño como el Cauca, la pauta se vuelve el interés principal. Unos pocos medios de comunicación ejercen su oficio con calidad, pero la mayoría carece de ese talento humano preparado y eficiente que busca la verdad y la hace noticia. Por lo tanto los medios menos preparados que algunas veces ni siquiera cuentan con periodistas profesionales, recurren a la difamación y apuntan principalmente a las entidades públicas, convirtiendo a funcionarios en el blanco de su persecución, en especial a quienes han sido elegidos por voto popular. ¿Con qué fin? Lograr una jugosa pauta publicitaria.
Algunos van más allá, y a punta de noticias tendenciosas y hasta calumniosas presionan para que les nombren a sus familiares en importantes cargos públicos, que luego se convierten en su fortín. Y como ciertos mandatarios y políticos no le temen al periodista serio, sino al gacetillero, ya sea porque les dañe su reputación o porque tienen rabo de paja, acceden, arrodillados, ante esos mal llamados medios de comunicación, a los que en el fondo les importa un pito el periodismo, solo les atrae el negocio de la publicidad y los favores politiqueros. Algunos de esos personajes se pavonean por la ciudad en lujosas 4X4, viven en casas suntuosas y tienen acciones en algún club social, donde juegan golf y visten de marca. ¿Cómo lo hacen, si la mayoría de periodistas anda buscando las noticias a pie, con sus grabadoras viejas, vestimentas sencillas y cargando la angustia de financiar sus espacios y medios de comunicación? Ellos tienen que apelar casi a la “caridad” del empleado público para que les apruebe un contratico de publicidad, al que le ponen un rubro bajo, si es que lo aprueban, para dejar las grandes partidas presupuestales con destino a los difamadores, a esos que les tienen miedo por su falta de profesionalismo.

De esa forma están enterrando el periodismo de verdad y permitiendo, de manera consciente o no, que se reemplace por la difamación, por la vulgar venta de noticias, sin importar la génesis del periodismo, de la que no tienen idea y tampoco les interesa.

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