El malestar de nuestra época

Por en febrero 27, 2018

Por Jairo Hernán Ortíz Ocampo (*)

Existe un malestar de nuestra época. No es malestar como sinónimo de rechazo ni tampoco se debe percibir como odio. La causa del malestar proviene más bien del hecho de que tanto la política como la sociedad han sido absorbidas casi de manera exclusiva por la lógica de costos y beneficios (lógica del mercado). Es por ello que las soluciones que se proponen hoy en día a las problemáticas sociales no sean las más pertinentes y que las instituciones, sus gobiernos y la política misma estén perdiendo cada vez más su legitimidad. Un malestar que se asemeja a la indignación. Indignación que no la debemos limitar o confundir con la ira irreflexiva.

Daré tres ejemplos que son efectos de ese malestar. Primero: Se presenta un tiroteo en una escuela en Florida (EEUU) y deja como resultado 17 estudiantes muertos y sinnúmero de heridos. El asaltante (Nikolas Cruz) había comprado el arma en un centro comercial, un rifle semiautomático (Fusil AR 15). Para evitar estos casos, durante el gobierno de Barack Obama se había diseñado una propuesta de ley dirigida a impedir la venta de armas a los civiles y por lo tanto evitar la comercialización de armas de estilo militar, como rifles semiautomáticos y lanzagranadas; rifle utilizado en el tiroteo.

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A esa iniciativa se le sumaban las encuestas que indicaban que el 69% de la población estadounidense estaba a favor de esa propuesta de ley. Sin embargo, fue derrotada en el Senado sin un solo debate.

Miremos las razones: los senadores de dicho país estaban enfocados en ganar sus próximas elecciones y tenían temor de llevarle la contraria a la multimillonaria industria de armas y su principal aliada, la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés). La NRA es muy eficaz a la hora de financiar campañas políticas y para movilizar votantes el día de las elecciones. Una organización con un presupuesto anual de US $243.5 millones y una red de 125 mil voluntarios. En la lógica del mercado (costos y beneficios) y en la fe  a la rentabilidad, es impensable restringir un negocio tan productivo como el de las armas. Aún más, el presidente de Estados Unidos cree que se debe armar a los profesores de escuelas para que se defiendan en casos como estos. Con dicha medida el negocio de las armas fue el más beneficiado en la medida en que crecerá aún más la demanda.

Segundo: La tabaquera Philip Morris es una empresa importante a nivel mundial. Ha hecho un buen negocio en la República Checa, en donde fumar cigarrillos sigue siendo muy común. El Gobierno checo preocupado por los altos costos sanitarios del tabaquismo, toma la decisión de subir los impuestos a los cigarrillos. Para evitar el incremento de los impuestos, Philip Morris encargó un estudio de los costos y beneficios del tabaco en los presupuestos del Estado checo.

El estudio concluyó que el negocio del tabaquismo le dejaba altas ganancias al Estado y que además el gasto médico de los fumadores a cargo del presupuesto es mayor mientras viven, pero se mueren antes y así el negocio de cigarrillos le ahorran al Estado sumas considerables en atención sanitaria, pensiones y residencias de ancianos (Ver: Michael Sandel, Justicia, 2014).

Según la lógica del mercado se deben tener en cuenta los “efectos positivos” del tabaquismo, incluidos los impuestos sobre los cigarrillos y el ahorro, gracias a las muertes prematuras de fumadores. Con la muerte prematura de los fumadores el Estado checo ganaba 147 millones de dólares netos al año. Ya no serán hacia futuro una “carga” para el Estado.

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Tercero: El Ford Pinto fue uno de los carros pequeños más vendidos en Estados Unidos, contaba con un defecto de fábrica; su depósito de gasolina explotaba cuando otro carro chocaba con él por atrás. Murieron más de 500 personas al estallar sus carros en llamas y muchos más sufrieron quemaduras graves. Se demanda a la Ford  Motor Company por ese diseño deficiente. Se supo posteriormente que los ingenieros de la Ford eran conscientes de que los carros Pinto tenían ese defecto. Como en todos los casos, la compañía realizó un estudio de costos y beneficios y llegó a la conclusión que los beneficios de arreglar el problema (en vidas salvadas y quemaduras evitadas) no llegaba a los once dólares por carro que costaba equiparlos con un dispositivo que hacía que el depósito fuese seguro.

Para calcular los beneficios que se obtendrían de un depósito de gasolina más seguro, Ford estimó que habría 180 muertos y 180 quemados sino se hacían las modificaciones. Puso entonces un valor monetario a cada vida perdida y quemadura sufrida: 200.000 dólares por vida y 67.000 por las quemaduras. Sumó a estas cantidades el número y el valor de los Pinto que probablemente arderían y calculó que el beneficio total de la mejora de la seguridad sería de 49,5 millones de dólares. Pero el costo de instalar un aparato de 11 dólares a doce millones y medio de vehículos ascendía a 137.5 millones de dólares. El fabricante llegó a la conclusión de que el costo de arreglar los depósitos de gasolina no estaba compensado por el beneficio que reportaban unos carros más seguros (Ver Michael Sandel, Justicia, 2014)

Es decir, era más rentable pagar el monto del seguro estipulado por cada muerte y por cada quemado, que recoger los vehículos para equiparlos con un dispositivo y evitar así que explotasen.

Solo en esos tres casos podemos observar que estamos frente a una época de una profunda insensatez, producto de la reducción de las relaciones sociales, políticas y humanas al análisis exclusivo de costos y de beneficios. Considerar las muertes humanas, en estos casos, por causa de las armas, del cigarrillo o por vehículos defectuosos, como una justificación para la línea de resultados, exhibe un insensible desprecio por la vida humana. Con esta forma de razonar no interesan ni la salud pública ni el bienestar humano. Son una muestra clara y suficiente para indicar que nos encontramos al interior de un modo de pensamiento que está en contravía de la dignidad de todos los seres humanos. Modo de pensar que ha despertado un profundo malestar de nuestra época.  

(*) Docente Programa de Ciencia Política

Universidad del Cauca

jhernanortiz@unicauca.edu.co

 

 

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