Editorial septiembre de 2014

Por en septiembre 24, 2014

Las víctimas y el fin del conflicto

Hoy la principal política para las víctimas es la paz y, a la vez, a la paz no llegaremos sin las víctimas. Por eso, el proceso de paz debe de respetar sus derechos, reconocerlas, aceptar a cabalidad las responsabilidades de lo ocurrido y buscar prioritariamente la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, en el marco del acuerdo.

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Por esto, es absurdo e inaceptable que sectores, tanto de extrema derecha como de extrema izquierda, pretendan politizar la agenda de paz utilizando a las víctimas. El dolor de quienes sufren en carne propia la guerra es sagrado, como también es sagrada la esperanza de parar la atrocidad del conflicto, de poder volver a la tierra, o de tan siquiera enterrar o llorar en paz a un ser querido.

Precisamente, como fruto de la unión y lucha de las víctimas (de todos los actores armados) por sus derechos nació la ley de víctimas y de restitución de tierras, que reconoce a las víctimas del Estado, de las guerrillas y de los paramilitares, y les brinda derechos y garantías independientemente de quien haya sido el victimario.

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La ley de víctimas genera un modelo de atención y reparación para los distintos hechos victimizantes (a la vida y la libertad, desplazamiento forzado, violencia sexual, a la integridad física y psicológica) y una atención y reparación diferencial y específica a los enfoques diferenciales (mujer, joven, población LGBTI, persona mayor, población en condición de discapacidad y grupos étnicos).

Las mesas de víctimas por esto responden y se organizan respecto a los hechos victimizantes y los enfoques diferenciales, así sus miembros sean víctimas de las FARC, del ELN, de grupos paramilitares o del Estado. Además, muchas víctimas en las mesas presentan doble o triple victimización por parte de la guerrilla, del Estado o de los paramilitares.

A su vez, las organizaciones que han postulado representantes son amplias y diversas, y en ellas convergen desde organizaciones históricas de víctimas del Estado como el Movice, organizaciones defensoras de los derechos de las víctimas de secuestro, como País Libre, hasta organizaciones defensoras de víctimas de la guerrilla como Fundagan (ODV que protege los derechos de las víctimas ganaderas y que señalan a las FARC como su principal victimario). Lo anterior, pese a antagonismos y rivalidades históricas, no ha impedido que las víctimas de todos los sectores puedan tener un espacio común de trabajo y concertación.

Es por su amplia y variada composición que las mesas de víctimas se han convertido, en poco tiempo, en espacios de concertación democrática, que pese a los múltiples problemas que presentan, están avanzando en apuntar hacia espacios de construcción de escenarios de tolerancia, paz y reconciliación, que deben ser los pilares de la construcción de la nueva Colombia, la nación en paz y justa que anhelamos todas y todos los colombianos.

 

editorial publicado en la edición impresa del 19 de septiembre de 2014

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