Que quepamos todos en el Cauca

Por en noviembre 14, 2013

Editorial.

El último bloqueo de la carretera Panamericana, la invasión de los predios de Agua Tibia, en Coconuco, y la toma del parque Nacional Natural de Puracé, por parte de indígenas del Cauca, en octubre anterior, despertó en diferentes sectores del Departamento un gran rechazo, en especial a través de las redes sociales.

Fue, sin duda, un “basta ya” que los líderes indígenas promotores e incitadores de las acciones de hecho deben saber interpretar, pues no es posible que continúen apelando a la violencia para conseguir cuanto les provoque, en detrimento de la mayoría de la población que es mestiza, blanca, mulata, zamba, afrodescendiente, etc., que también tiene derecho a vivir en paz, a disfrutar de su territorio, a trabajar y a progresar bajo el mismo cielo caucano que es de todos, como lo son las riquezas naturales que ofrece por igual este rico pero empobrecido Departamento, tomado por todas las insaciables violencias que se lo han disputado como feroces aves de rapiña, creando inequidades sociales y económicas en el resto de la población que ve, cómo unos pocos, convierten sus deseos en órdenes.

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El Estado, que desde hace medio siglo les viene entregando tierras a los indígenas del Cauca, que son el 20% de la población caucana, que paga por ellos los impuestos municipales y les transfiere de manera directa los recursos para salud y educación, sobre los cuales no hay controles, debe propender porque la cuantiosa inversión hecha para esa etnia por todos los colombianos a través de sus tributos, se vea reflejada en desarrollo, empleo y progreso regional.

Es lamentable, por ejemplo, que a pesar de que los indígenas manejan por medio de sus propias IPS la salud de sus comunidades, se presenten enfermedades que son prevenibles. Además hay altas tasas de desnutrición, en especial entre los niños, mortalidad materna y perinatal, intoxicación por alimentos contaminados por bacterias, hepatitis vírica A, que es transmitida por agua sin tratar, mordedura por animal transmisor de rabia, etc.

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Existe entre los indígenas marcadas diferencias sociales, basta ver a sus líderes en lujosas 4X4, algunos escoltados, mientras la comunidad de base, obediente ante sus mandos, anda de a pie o en peligrosas chivas de las cuales cuelga como racimos.

Hay inequidad entre esos pueblos, pero nadie se atreve a decirlo por temor a ser señalado como “enemigo” de la cultura y las costumbres ancestrales.

Mientras los demás departamentos del país progresan, el Cauca involuciona. En los años 60 el sector agropecuario correspondía a más del 30% de la economía, hoy no supera el 15%. Esta región no es competitiva, la mayoría de los productos para el consumo doméstico, procede de departamentos vecinos, incluso de otros países. Produce hilaridad, cuando oímos a líderes indígenas decir, que están en contra de los tratados de libre comercio por los perjuicios que traen, cuando el Cauca no está insertado en la dinámica del comercio exterior, excepto las empresas del norte del Departamento que se hallan en zonas francas.
Lo que el Cauca requiere es trabajar, producir, generar empleo, desarrollo y bienestar para todos: indígenas, negros, blancos, indios, mestizos, zambos, tal como dice su Himno. Lo demás es un anacronismo rentable para unos pocos.

 

 

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