Pékerman presidente

Por en junio 17, 2018

Columna de opinión Por: Juan Carlos López Castrillón

En teoría el fútbol es un juego y la política es la búsqueda y administración del poder. En la realidad existen algunas variantes sobre esas definiciones académicas, pues en los dos casos hay un más allá.

Por ejemplo, la Copa Mundo que acaba de empezar en Rusia es también un enorme negocio con muchos ribetes políticos; y las elecciones presidenciales que hoy vivimos los colombianos tienen una enorme trascendencia que supera la administración del poder y marcará el rumbo de este país en los próximos años.

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Tanto en el fútbol como en la política priman las pasiones y cuando estas se avivan los seres humanos se ponen nerviosos, pierden objetividad y son capaces de llegar hasta el enfrentamiento.

Si en el fútbol se pierde, al instante se piensa en la revancha. Esta tarde, al conocerse quién ganará la presidencia, los perdedores ya estarán haciendo cábalas sobre las elecciones regionales del año entrante. Es un proceso lógico para que sobreviva la pasión.

En nuestro país el calendario del mundial de la Fifa coincide cada cuatro años con la segunda vuelta presidencial, y siendo domingo hay partidos de gran interés; para empezar, juega Brasil al medio día, el segundo equipo de los colombianos.

Afortunadamente no juega nuestra selección, lo hará el martes, pero Colombia sí se la  juega hoy, y por encima de las pasiones esperamos que no pierda, ni siquiera el empate le sirve; pero el verdadero resultado sólo lo sabremos pasado el tiempo.

A veces me pongo a pensar, qué pasaría si ganáramos  la Copa Mundial de fútbol. Si eso pasara – y las normas y las fechas lo permitieran – no habría competencia, ¡Pekerman sería presidente!

Finalmente un director técnico es un líder, un inspirador, un presidente también. Muy pocos analizan las propuestas de los candidatos, a la inmensa mayoría  les importa es cómo se mueven en la cancha, los goles que meten y las pasiones que desatan. A eso algunos le llaman carisma y no hay nada más carismático que el éxito.

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Pero como en el fútbol, también en la política hay trampas, silencios cómplices, torcidos, negociados. El Fifa-Gate tumbó a la plana mayor de su dirigencia. Nuestro fiscal general ha anunciado unas revelaciones importantes sobre delitos electorales para después de elecciones. En el primer caso ya rodaron las cabezas, esperamos lo mismo en el segundo.

Esta semana que termina, previa al domingo de elecciones, el país de verdad estuvo más preocupado por la pierna de James Rodríguez que por la ausencia de los debates presidenciales o la situación de Hidroituango.

Pero lo mismo pasó a nivel internacional, la destitución de Lopetegui, el ex entrenador de España, desató más interés popular que la cumbre Kim-Trump, o la condena por corrupción a un miembro de la casa real española. Ese es el poder del fútbol, un poder mediático.

Sin embargo, en el soso partido inaugural entre los rusos y los árabes, a pesar de la goleada 5 a 0, lo más interesante era  lo que pasaba en el palco principal del estadio Luzhinki de Moscú. Aunque el marco era el fútbol, la charla entre Vladimir Putin (el presidente Ruso), Gianni Infantino (el presidente de la FIFA) y Mohammad bin Salman (el príncipe árabe), fue tendencia viral a nivel mundial, por encima del juego.

Estoy bastante seguro que no analizaba la estrategia de la ingenua selección de los saudíes, porque ahí estaba representada buena parte del negocio del petróleo en el planeta.

En conclusión, por las próximas cuatro semanas el poder y la política girarán en torno al fútbol, el eje de la información ya se desplazó y eso podría tener sus cosas buenas, si pensamos en la necesidad que tiene el país de un siquiatra colectivo.

Los  estadios serán entonces los templos y la televisión hará su «agosto» en junio. Muchas prioridades pasarán a segundo lugar, me temo que entre ellas elegir al próximo presidente, lo cual es triste, preocupante y vergonzoso en un país que hace alarde de tener la “democracia más antigua de América Latina”.

Tiene razón el escritor mexicano Juan Villoro cuando afirma que “a ratos Dios es Redondo”.

Pos Data: gracias a los lectores que acompañan la causa que hemos empezado desde la semana pasada para lograr una #CompactadoraParaGuapi, seguimos trabajando en ella.

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