La restauración del patrimonio construido en el puente viejo del Cauca

Por en noviembre 15, 2022

Por Julián Zuluaga Valencia

Arquitecto – profesional especializado

Secretaria de Planeación – Municipio de Popayán

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En la actualidad se viene ejecutando el proyecto de recuperación y restauración del Puente Viejo de Cauca, en el marco del apoyo al programa de infraestructura para la construcción, rehabilitación y/o mantenimiento y/o mejoramiento y/o conservación vial en el sector urbano del municipio de Popayán, bajo la supervisión de la Secretaría de Infraestructura del municipio de Popayán, con la dirección del arquitecto restaurador Javier Velasco Mosquera; el trabajo de campo de la antropóloga Ligia Josefina Vivas Gómez, entre otros profesionales.

El puente Viejo del Cauca es un Bien de Interés Cultural del ámbito nacional declarado en el 2015 de excepcional valor, por tratarse de un puente de mampostería en piedra y ladrillo, construido desde finales del siglo XVIII, vínculo de la ciudad colonial con la ruta hacia el Valle del Cauca que atraviesa el río en cercanías a la antigua hacienda Belalcázar, exuberante territorio de amplias planicies y colinas redondeadas que definen el paisaje de ingreso desde el norte a la muy noble y muy leal ciudad de Popayán.

En las últimas décadas del siglo XX el puente viejo del Cauca se usó de manera intensa para el tránsito automotor, recibiendo la carga de camiones de alto tonelaje, vehículos particulares y del transporte público local, que fueron borrando de la memoria su significado en la historia de los caminos viejos en el antiguo Estado del Cauca y en ocasiones ocasionaron accidentes que afectaron la materialidad de los pretiles.

Esta situación de los últimos años, sumada a la desidia y el vandalismo que se propagó por la ciudad de Popayán a raíz del estallido social del año 2019 y 2020, generó la pérdida de sentido de pertenencia y el detrimento de su valor simbólico, que trajo como consecuencia el abandono físico del puente, por la falta de uso, debido a la entrada en servicio de un nuevo paso vehicular sobre el río de estructura tubular con tensores de acero, lo que aceleró el estado de ruina del viejo puente de mampostería.

Imagen del puente viejo del Cauca en octubre de 2022

Por la entrada en servicio de la nueva infraestructura sobre el río Cauca en 2016, en el marco de las obras del Sistema Estratégico de Transporte Público de la ciudad de Popayán  (SEPT), por Movilidad Futura SAS, la actividad sobre el puente viejo de mampostería se fue disipando hasta los últimos meses de la pandemia, cuando debió ser cerrado por el incremento del vandalismo y el grafismo, situación que provocó la diseminación de esporas que se anidaron en los intersticios ahora derruidos y el material orgánico que se impregnó de la humedad interna de las barandas, acelerando el crecimiento desmesurado de las raíces de las plantas que se convirtieron en arbustos en medio de los pretiles, lo que llevó al colapso de una parte de los gruesos muros superiores por las fuerzas de empuje desde su interior, afortunadamente, sin afectar ni comprometer la estructura portante de las bóvedas inferiores.

Existe desconocimiento en el público en general de su patrimonio inmueble, de las técnicas de restauración y de los principios aplicables a su reconstrucción, recuperación de la materialidad y de su historia, por tanto, es posible advertir que la ciudadanía se mantuvo en la imagen de evocación romántica y de ruina que tuvo el puente durante décadas, ajena o distante de las posibilidades que nos permite la restauración del patrimonio, como puesta en valor de los hechos construidos y su proyección sostenible en el tiempo.

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Ya en Europa desde el siglo XVIII el arte de academia se fijó en la belleza de las ruinas y en el impulso evocador del heroísmo del pasado de las civilizaciones grecorromanas, que se perdieron por efecto del paso del tiempo, del viento, de la lluvia y la intemperie, edificaciones abandonadas en el oscuro mundo medieval, las ruinas se convirtieron en fuente de inspiración; de igual modo en el espíritu romántico que generó con los dibujos de Giovanni Battista Piranesi (1720-1778) en busca de lo sublime, esa extraña unión entre la belleza y el terror que conmovió a muchos admiradores del arte antiguo y de la herencia clásica griega.

El romanticismo del siglo XVIII puso las bases del movimiento neoclásico y los descubrimientos arqueológicos de las antiguas ruinas romanas, griegas o egipcias, así como el avance de la ciencia en este tipo de hallazgos históricos, fueron poniendo fin a estas elucubraciones desde el arte y la especulación histórica – filosófica, que mostraban el valor del pasado como un atributo perdido en el tiempo.

Restauración del pretil sur octubre de 2022.

Este espíritu evocador de la ruina en el imaginario colectivo, muy propio del pensamiento del siglo XVIII en Europa, se opone a la idea que se propone desde el proyecto de restauración del puente viejo del Cauca, a través de la integración a la estructura funcional urbana y la valoración de lo existente, en consideración de un patrimonio material inmueble revitalizado y contemporáneo.

El sentimiento generalizado de una parte de la audiencia señala el patrimonio cultural material como un valor insustituible en el tiempo, que para muchos debe permanecer así: vulnerable al ataque de los elementos, al embate del agua o del viento, hasta terminar reabsorbido por la humedad y la intemperie, como una expresión del inexorable paso del tiempo que lo estaba llevando a su paulatina destrucción.

Esta imagen románica que se fija en la memoria se enfrentó a la urgencia de renovación de su materialidad, que desde un ejercicio metodológico de valoración de las partes que lo componen, más allá de un conocimiento teórico y de la historia, exigió la toma de decisiones en el sitio, a partir de la identificación tramo a tramo de cada uno de sus componentes, que permitiera la recuperación material, para que la nueva imagen del puente llegue a ser socialmente aceptada y compartida.

Pasar de la ruina de las partes de la magnífica fábrica de ladrillo del siglo XVIII a la recuperación de sus pretiles, levantados nuevamente a partir de las secuencias preexistentes, en hiladas en soga y otras en tizón, dejando a la vista el artesonado, unas veces antiguo y otra renovado, coronado por los sillares de piedra que conservan los cortes originales, nos da a todos la posibilidad de observar un “nuevo” puente viejo; además la comprensión de los procesos de restauración, como una actividad práctica basada en la toma de decisiones, que recurre a la comprensión geométrica de los elementos, el estudio de composición de sus materiales y finalmente a la interpretación de la arquitectura original del puente que fue recuperada.

Ese tejer y reparar es un acto de rehacer la urdimbre del tiempo que se conecta en los elementos al entrelazar el ladrillo de arcilla, los sillares en secuencias dispuestas según los hilos de los mamposteros con el mortero de pega finamente preparado, todo ello no deja de ser una acto evocador de las prácticas de viejos alarifes y constructores de la colonia, aquellos mismos que emprendieron la construcción de los puentes de mampostería en el siglo XVIII, que se revive en las horas lentas de trabajo bajo el sol del río Cauca en los albores del siglo XXI.

Ubicación con ayuda mecánica de sillares en el pretil sur.

Diferenciar lo antiguo de lo nuevo en el ejercicio de restauración, en las secuencias de restitución de los pretiles del puente, permite comprender el paso del tiempo al mantener elementos antiguos y evocadores del pasado, ajustados con elementos sustitutos para que la imagen general del puente pueda permanecer en el tiempo.

El ejercicio de restauración permite entonces esa unión de los hilos que vienen de la historia y que nacen del tiempo evocado, los cuales se empatan con las decisiones que el restaurador, como un artesano del tiempo, debe tomar en la obra, entretejiendo las partes del edificio nuevo y viejo, para dar una lectura auténtica del monumento restaurado.

Queda clara la necesidad de un ejercicio de apropiación social del conocimiento, que en el caso del patrimonio material inmueble se expresa en la identificación de la comunidad con el puente, como ruina histórica, pero sin duda exige también un acercamiento desde nuevas bases conceptuales, para comprender ese paso obligado de la ruina a la restauración y a la recuperación del hecho urbano, llevando también en esa reflexión a las comunidades y autoridades a imaginar el futuro del puente viejo del Cauca como bien de interés cultural de alto valor, que persiste al paso del tiempo y se instala en la estructura ambiental urbana del nuevo siglo.

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