El desorden está imperando en Popayán

Por en julio 29, 2014

Editorial julio 25 de 2014

“Popayán se ve desordenada”. Es la percepción no solo de quienes la habitamos, sino de muchos visitantes. Es verdad, la ciudad viene creciendo de manera desordenada, sin planeación, sin sentido de pertenencia y sin estética.

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La deformación de nuestra capital se ha venido dando desde hace mucho tiempo en sus distintos puntos cardinales, incluido, por supuesto, el sector histórico, ante el autismo de las administraciones municipales, del Concejo, de las curadurías, de las llamadas fuerzas vivas y de la ciudadanía, porque todos somos responsables del caos, de la ineficiencia, del abuso, de la indisciplina y de la indiferencia.

Para convivir en armonía y que la ciudad funcione y crezca de manera armónica, se requiere, en primer lugar, que el gobierno municipal ejerza la autoridad que le corresponde, difunda las normas y las haga cumplir. Aún mejor si el ciudadano las acatar de manera voluntaria.

Vemos con preocupación que en Popayán se está haciendo lo que a cada quien le plazca, con la justificación de que la ciudad está “creciendo y desarrollando”. Por su puesto que en las últimas décadas ha aumentado la población, especialmente como consecuencia de la migración a raíz del terremoto de 1983 y, luego, por el desplazamiento a causa de la violencia.

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A las numerosas familias, que además se han multiplicado, Popayán las acogió con generosidad, cuya contraprestación debe ser el respeto y despertar el sentido de pertenencia. Igual debe suceder con otras personas que por motivos distintos se establecieron en esta villa.

Raizales y adoptivos estamos llamados a procurar un ambiente de convivencia, de respeto por la ciudad y por el legado que dejaron sus antepasados, valioso patrimonio histórico, arquitectónico y artístico del que Popayán ha vivido y debe seguir aprovechando de manera sostenible. Cuidar ese legado es un imperativo. Duele, por ejemplo, que el sector histórico se esté deformando, que sus gruesas paredes de calicanto se estén reemplazando por vidrio templado, sobre el cual, con tintas de colores, se informa sobre promociones de zapatos y demás mercancía; los andenes tienen más huecos que las calles mismas, abundan la basura, las ventas de frutas y de baratijas, que impiden el paso de peatones.Además hay una doble moral al quejarnos por la invasión del espacio público, pero al mismo tiempo reaccionar de manera airada cuando las autoridades de Policía y funcionarios municipales adelantan los desalojos.

No solo se invade el espacio público, sino que se arrienda, como cualquier inmueble. Igualmente se transforman calles en tallares automotrices. Ese abuso les resulta muy lucrativo. En este momento, por ejemplo, a más de cienocupantes ilegales, ubicados a lo largo de la carrera sexta, en donde establecieron negocios, construyeron garajes y ampliaron antejardines, Movilidad Futura, ente gestor del Sistema Estratégico de Transporte Público de Pasajeros de Popayán, les dará un reconocimientomonetario, luego, eso sí, de que demuelan las construcciones que levantaron.

¿Cuánto le cuesta al Estado la viveza de unos pocos, a quienes las autoridades les permiten semejantes abusos con los bienes de toda la comunidad?
Igualmente, se ha permitido construir sobre las riberas de ríos y quebradas, a pesar del riesgo que ello implica debido a las crecidas de los afluentes, como ha sucedido con el río Molino, amén del daño ambiental que se genera.

No se puede seguir permitiendo el desorden urbanístico, con la construcción de edificios en pequeños espacios, casi sobre la vía, en donde el andén es mínimo, como se puede apreciar en la carrera sexta entre calles 16N y 18N.

A lo largo de muchos años se han cometido errores que hay que corregir, a través de esa herramienta técnica que se debe comenzar a construir, como es el nuevo Plan de Ordenamiento Territorial, POT, que definirá el modelo de ciudad. Sin duda, hay que planificar y ordenar el territorio, desarrollar la ciudad en los campos social, económico, tecnológico, ambiental, cultural y urbanístico. Solo así lograremos una ciudad ordenada, incluyente, respetuosa de su patrimonio sobre el cual se debe seguir construyendo.

Artículo publicado el 25 de julio de 2014

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