Una razón de aliento

Por Eladio Solarte Pardo
De las pocas cosas que son motivo de aliento para los caucanos, en medio del clima de incertidumbre y desconfianza que nos arrincona, en donde día tras día suman y suman propuestas de solución, que solo terminan en estafas y desengaños, en castillos en el aire, en simple demagogia, es -por supuesto- el avance de las obras de la Doble Calzada Santander de Quilichao-Popayán, que se puede catalogar como uno de los tantos sueños represados de nuestra tierra, como la carretera al Mar Pacífico, que solo se menciona en vísperas electorales, como señuelo para cazar incautos, o la hidroeléctrica “Arrieros del Micay”. Estos embelecos permanecen engavetados la mayor parte del año y solo recobran vida cuando las elecciones están a la vista.
La Doble Calzada es una excelente obra, con grandes aportes de la ingeniería moderna, que desentierra, en buena hora, las esperanzas de un departamento que ya ha perdido la fe en sus gobernantes. Con ella, después de tantos años de espera, el Cauca se asoma tímidamente al desarrollo que le han negado los poderes centrales y que sus representantes han sido incapaces de liderar.
Permitirá una reducción de tiempos de recorrido en 1.5 horas; serán rehabilitados 77 kilómetros de carretera. Ha generado unos 1900 empleos directos y 5000 indirectos. Traerá consigo el desarrollo para el Cauca y sur de Colombia y optimizará las conexiones con el Ecuador y el puerto de Buenaventura.
La obra es una voz de aliento que nos reboza de expectativa y fe en nuestra tierra y en Colombia, porque toda la vida no puede ser olvido, marginamiento y deuda social acumulada.
Regiones sumidas también en la injusticia y el abandono estatal, como el Chocó, el Putumayo, entre otras, sufren el yugo de la orfandad y el desequilibrio en la inversión estatal gobierno tras gobierno, solo disimulada con un costalado de promesas incumplidas y buenos deseos.
Nada más justo y valedero que una región, como el Cauca, que escribió con sangre y sacrificio grandes gestas emancipadoras y que con inteligencia las rubricó para la historia.
Allí vamos trepados en el bus del desarrollo, con fe infinita en que las cosas cambien para que podamos vivir en paz, como verdaderos hermanos, pues aquí cabemos todos. Y no en medio del fuego cruzado, del espanto de las balas asesinas que cada día se ensañan sobre víctimas inocentes.
Allí vamos a la espera de que cambie la mentalidad del odio, de resistencia al avance colectivo, de vivir como parásitos por parte de algunas comunidades.
¡Solo resta que podamos llegar a tan ambicioso puerto!
You must be logged in to post a comment Login