La gran deuda social

Por en junio 7, 2025

Sería desatinado suponer que la gran deuda social que Colombia mantiene con nuestro departamento -sin tener en cuenta, desde luego, los respectivos intereses moratorios- podría quedar en ceros con lo poco que puedan repelar los indígenas.

La deuda es demasiado grande y representativa como para llegar a pensar que puede quedar saldada de buenas a primeras. El gran pasivo echa raíces en los propios orígenes de la nacionalidad colombiana, cuando el Cauca Grande fue víctima de los primeros raponazos de su amplio y rico territorio que alcanzaba la mitad de la llamada Gran Colombia.

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No obstante, al cabo de tanta desmembración y casi reducido a su mínima expresión el Cauca conservó su gente maravillosa y sus enormes potencialidades en cuanto tiene que ver con su ubicación geográfica y riqueza agroforestal al gozar de todos los pisos térmicos, pero que a la postre solo han resultado un saludo a la bandera.

De ahí, que a pesar del desarrollo socioeconómico que han alcanzado regiones que formaron parte de su entronque, el Cauca ya en pleno Siglo XXI no ha podido arribar a su mayoría de edad y, por el contrario, en el concierto nacional se ubica en los últimos lugares por sus vergonzosos rangos de pobreza, de atraso, de exclusión, tristemente superando solo al departamento del Chocó.

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Y mientras todo esto ocurre, muchas familias adineradas siguen alérgicas a invertir en lo nuestro, por tanto, depositan sus caudales en los bancos, haciéndole un flaco favor a su tierra y contribuyendo, más vale, al mejor estar de otros entornos.

Y así, con amplia zona costera en el Pacífico, el Cauca no ha logrado el apoyo político de gobierno alguno para asomarse al litoral y, por supuesto, dinamizar su economía. Como si fuera poco, posee innúmeros grupos humanos totalmente de espaldas a la realidad nacional, sin vías de comunicación, electrificación, agua potable, salud, educación, vivienda, etc. Allá solo llegan los políticos en vísperas electorales con sus remesas de promesas y engaños, donde la dignidad humana todavía está en pañales.

Y algo más: nuestro departamento es considerado como el acueducto, como la arteria fluvial de Colombia, sin que esa potencia le haya retribuido algo significativo. Solo olvido e injusticia social. Esta factura también está pendiente.

Por añadidura y por esas circunstancias adversas de la vida, su abrupto y montañoso territorio únicamente ha servido de guarida para la subversión y para la explotación, a sus anchas, de los cultivos de uso ilícito, que solo han sembrado desolación, terror y muerte.

Sería tedioso entrar a relacionar los múltiples deseos insatisfechos de nuestro hermoso departamento, por mil razones aguantador como ningún otro, desde luego, tejidos por una casta política acostumbrada a remar solo para su lado… (entiéndase “para su estómago”) y donde poco han servido los viejos pergaminos y blasones.

*Explicación necesaria: Nuestro Cauca parece anclado en el tiempo y el espacio, en donde el ayer es el mismo hoy, y viceversa.  Esta nota periodística fue publicada hace ya varios años y, sin embargo, tiene una vigencia permanente. No necesita añadirle o quitarle una coma.

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