Hablando de Popayán…

Reflexiones de un Conversatorio sobre la ciudad como inspiración literaria.
Decía Ernesto Sábato que “el mundo no solo está afuera sino en lo más recóndito de nuestro corazón”. Y eso mismo nos pasa con la ciudad. Cada uno llevamos por dentro la Popayán de nuestras vivencias, de nuestros recuerdos y de nuestro propio sentir. Y, si quien recuerda o vive esa ciudad es además escritor, la mirada se amplía y agudiza.
Sobre ese tema tuve el inmenso gusto de dialogar, el pasado 20 de abril, en el innovador espacio de CASA ARTE (futuro Museo de Arte moderno de Popayán -Mampo-, gracias a la visión y al impulso decidido de su director Mathias Maumont Perafán), con los dos escritores más importantes que tiene actualmente Popayán. Los más premiados, destacados y reconocidos internacionalmente: Víctor Paz Otero y Juan Esteban Constaín. Ambos, autores de ensayo y de ficción; docentes, conferencistas, columnistas, artistas y referentes de la literatura colombiana.
Tenerlos juntos dialogando sobre Popayán fue un privilegio digno de cualquier feria del libro de Madrid, México o Buenos aires, y nos dejó intensas reflexiones. Qué orgullo que sean nuestros y continúen la tradición de una Popayán de grandes intelectuales. Ambos, de reconocida maestría literaria, pero sobre todo de profunda calidad humana, condición que hace del escritor un verdadero humanista.
Popayán como inspiración literaria no era cualquier tema. Se trata de una ciudad con todos los elementos tangibles e intangibles propicios para la literatura. Una ciudad que tiene la historia, los personajes, la arquitectura, los contrastes, la identidad, los cielos… apetecibles para cualquier escritor. Una ciudad que carga con un pasado que, entre otras cosas, nos ha convertido a los payaneses en una especie de viajeros en el tiempo. Vamos y volvemos de un siglo a otro con toda facilidad. Estamos más entrenados para ello que los habitantes de cualquier otra ciudad. Nuestra relación con la Popayán pretérita es cercana e incluso sobrepuesta a la ciudad del presente, que vive en fricción permanente con las nuevas dinámicas de la postmodernidad.

Ya Víctor Paz nos había explicado, en su novela “Entre encajes y cadenas”, cómo “el siglo XIX colombiano, en sus elementos esenciales, fue un siglo payanés”. Y así estemos en el XXI sigue siendo difícil sacudirnos esa condición. A Popayán el pasado no la suelta y el mundo contemporáneo en su devenir lógico nos viene convocando hacia otros desafíos, entre ellos los artísticos y literarios.
Sobre eso, en el año 2022, durante la presentación del libro póstumo de mi padre, Ricardo León Rodríguez Arce, “Obra Poética y Ensayos”, en el Paraninfo de la Universidad del Cauca, Juan Esteban comentaba cómo, mientras los poetas sí lograron asir el alma de Popayán, los novelistas aún continúan en esa búsqueda. Sabemos que, después del Caribe de García Márquez, quien narre magistralmente a Popayán podría ser otra obra universal. Pero ¿qué ha pasado? ¿qué falta aún para descifrar literariamente a la ciudad?
“Creo que la Popayán de todos -expresó Juan Esteban durante el Conversatorio- es una mezcla a veces vergonzante de lo que aquí convive, que es la suma de todos los valores humanos, los más altos y los más bajos, y eso está presente en la literatura. Aquí hay una tradición poética maravillosa. En cuanto a la narrativa, no conozco todo lo que se haya publicado y escrito, pero sí sueño con que algún día alguien cuente o pueda exorcizar este universo, abrir la tierra y de sus entrañas sacar una ficción que sea la historia de la ciudad, y sea la historia de la Humanidad. Popayán es una especie de “Macondo de tierra templada” en donde la frontera entre la realidad y la ficción está siempre difuminada. Esa puerta giratoria es tan intensa y tan potente que ni siquiera sabemos nunca de qué lado estamos. Todavía está pendiente hacer una gran novela que explote lo que es la ciudad. Lo que pasa es que, al mismo tiempo, la literatura es casi redundante e inferior a lo que pasa aquí.”
No cabe duda de que, en la gran literatura, la relación simbiótica del escritor con su lugar de origen ha producido grandísimas obras como la Comala de Juan Rulfo en ‘Pedro Páramo’, el Macondo de Gabo a lo largo de toda su obra, o el universo de Mutis a partir de la finca Coello de su infancia. Y ahora que se reedita ‘La eternidad y el olvido’, de Víctor Paz Otero, sus páginas vuelven a sacudir las fibras de la ciudad. Es que, desde la ficción, puede haber tantas ciudades como escritores. Así lo decía Ítalo Calvino: “la Ciudad es una para el que pasa sin entrar, otra para el que está preso en ella; una, a la que se llega la primera vez, otra la que se deja para no volver, cada una merece un nombre diferente.”

Sobre su mirada, decía Víctor en el conversatorio: “Mi visión de la ciudad no es apologética, la cuento a través de sus personajes históricos más emblemáticos. Cuando publiqué esa, mi primera novela, hace cuarenta años, fue un escándalo, un sacrilegio. El amor por la ciudad puede ser un acto de confusión o de clarificación. La novela es una indagación existencial. Narro a partir de mis propias vivencias y circunstancias. Entonces la literatura depende del enfoque. Macondo no es el relato de Aracataca, es el relato de la construcción de un universo. Tolstói no hizo el relato de la invasión napoleónica, sino la interpretación del hombre ante una circunstancia dramática. En América latina eso se lo debemos a la maravillosa, mágica, deslumbrante y avasallante edición de Gabo que logró hacer que la novela construyera un universo. No sé si Popayán pueda ser narrada algún día así. En general, su tradición novelística no es muy abundante ni muy destacada, hay mucha más tradición poética. Pero hoy hay otro Popayán y así mismo debe haber una nueva literatura, nuevas apreciaciones y reinterpretaciones. La vida es cambios. Solo la muerte es estática”.
La pasada Semana Santa nos dejó además algo de especial recordación para la ciudad: el Pregón oficial de apertura de la Semana Mayor, que este año le correspondió precisamente a Juan Esteban Constaín. Un Pregón erudito y rompedor. Todo un ejercicio de “escritura y ciudad” que nos reveló magistralmente -entre muchas otras cosas- por qué “todos somos Popayán”, así como el increíble dato de que “Popayán es la ciudad colombiana que más figura en la literatura universal, desde Moby Dick hasta Ulrica, el cuento de Borges, pasando por La apuesta de Prometeo, un bello poema en prosa de Giacomo Leopardi en el que unos viajeros de Júpiter llegan a esta ciudad, se maravillan con ella y siguen derecho, quizás porque era Jueves Santo y los conmovió el silencio y el fuego.”
Invitación especial entonces a leer las obras de Víctor y de Juan Esteban, pues -como ya sabemos- la literatura, la ficción, es lo que paradójicamente más no ha permitido comprender la realidad.
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