El ejemplo de dos mujeres

Por Aura Isabel Olano Correa
El paro nacional de dos días en Colombia, convocado por el presidente Gustavo Petro, que luego negó y les dejó la autoría y organización a las centrales obreras, como la CUT, cuyo presidente Fabio Arenas dijo en público, con micrófono en mano, que los bloqueos al sistema Transmilenio en Bogotá, hacían parte de la estrategia del paro. Como, por la boca muere el pez, el alcalde de la capital de la República, Carlos Fernando Galán, de inmediato anunció demanda penal porque quedó claro por parte Arenas, atacar el transporte público, o sea, una acción deliberada.
Si el paro de 48 horas era para defender la reforma laboral, supuestamente en beneficio de los trabajadores, no se entiende por qué atacar el sistema masivo de movilidad, perjudicando a más de dos millones de usuarios, en su inmensa mayoría trabajadores, formales e informales, lo que quiere decir que, a los burgueses de overol, como al señor presidente de la CUT, poco les importa la clase trabajadora, quizás porque ellos están a otro nivel y con gran poder, máxime tan cercano a la Casa de Nariño.
A pesar de los llamados del presidente Petro, a salir a las calles, luego del hundimiento de la consulta popular en el Senado, el paro de dos días fue un fiasco, no aparecieron en las plazas públicas ni en las carreteras los millones de manifestantes que calculó su Gobierno, sino unos pocos, en su mayoría encapuchados, porque son incapaces de mostrar la cara, de protestar de frente, pues además no saben por qué lo hacen, son simples borregos.
Quedó demostrado que los colombianos están cansados de que el propio Gobierno (es de no creer) los amenace, llame a la insubordinación, al enfrentamiento de clases, al desorden, al caos para sacar provecho de la revuelta, en detrimento de la propia economía nacional, del bienestar y tranquilidad que merece, este sí, el pueblo, que dice no más.
Ese no más, como un grito de independencia, se les escuchó en todo el país a dos mujeres, una en Bogotá y la otra en Popayán, que, de manera decidida, argumentada, decente, pero firme, se les plantaron a los violentos sujetos. Doña Janeth Franco, habitante en Usaquén, vendedora ambulante de arepas, cansada del vandalismo y de que no la dejaran trabajar, enfrentó a los revoltosos, “los regañó, como lo hace una madre”, según dijo a los medios de comunicación y los disuadió.
En Popayán, doña Stella, una ama de casa, evitó que encapuchados, que arrojaban papasbomba, quemaran el CAI del barrio La Paz, con dos agentes dentro. A gritos convocó a sus vecinos para defender a los uniformados, a la instalación policial, a su barrio y a la comunidad. Su arrojo hizo que los habitantes se unieran, dejaran el miedo y la intimidación de los delincuentes, quienes fueron perseguidos y salieron en desbandada.
Muchas mujeres como Janeth y Stella necesitamos en Colombia, para que, sin armas distintas al diálogo, a la razón, al sentido de pertenencia a su país, a su ciudad, a su comunidad, hagan respetar los derechos de las mayorías que unos pocos quieren arrebatar.
Difiere mucho la actuación de estas valientes ciudadanas, a la postura del Gobierno y, particularmente, del incendiario presidente de la CUT, para quien incitar a vandalizar Transmilenio y perjudicar a millones de usuarios, no es delito. ¿Qué dirá la fiscalía?
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