S.O.S. por el Patrimonio Cultural de Popayán: reflexión a un artículo

Por en junio 24, 2020

Pretender juzgar la historia a través de la mirada del siglo XXI, presume sesgos que hacen daño y son enorme falla.

Boceto “La Libertad”, José Hilario López y los esclavos. Único esbozo terminado. Obra de propiedad del periodista Manuel José Martínez Espinosa (Q.E.P.D.), quien donó el original al Concejo de Popayán.

Por José Dueñas, Periodista

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El presente es un S.O.S. por el Patrimonio Cultural de Popayán, y a la vez una reflexión y análisis a través del estudio historiográfico de la obra maestra del pintor Efraím Martínez, sobre el artículo sin nombre del autor y con una serie de errores e imprecisiones, publicado el día domingo 14 Junio de 2020, por El Nuevo Liberal, página 8, inscrito como ‘Especial’ con el  título: ¿Retirar la apoteosis de Popayán por racismo?, con el destacado: “Temistocles ortega, senador de la república, propone retirar el oleo  “apoteosis de Popayán” del paraninfo francisco José de caldas, porque según él, refleja una dolorsa historia del racismo”. (Guardamos la ortografía original)

Esta propuesta, presumiblemente aventurada y supuestamente desatinada del senador Temístocles Ortega Narváez, en un mundo globalizado, en la ‘Era de la Internet’, además, sumado a su afirmación: “…Y es hora de sintonizarnos con los aires que recorren el mundo! En todo!!”. 

Pues bien, ha desatado en la ciudadanía de Popayán sentimientos encontrados, como la ira, el rechazo e indignación; como también recibió aprobaciones y beneplácitos. Hipotéticamente un grupo de inconformistas, contestatarios e inadaptados,  hoy propone echar abajo, quemar y destruir obras de arte del Patrimonio Cultural, ‘monumentos históricos’, como los del fundador de ciudades, Sebastián de Belalcázar, del Poeta Soldado y periodista, Julio Arboleda Pombo, entre otros.  

El día jueves 18 de Junio de 2020, al rayar el alba, el monumento ecuestre del fundador de Popayán, Sebastián de Belalcázar, elaborado por el artista español Victorio Macho, e inaugurado en 1937 en la cima del Morro de Tulcán, en la ciudad de Popayán, amaneció cubierto con una inmensa tela negra, con inscripciones de un Movimiento que se autodenomina Movimiento Clandestino 13 D”, que a través de un comunicado a medios, afirma:

“…hacemos presencia, tapando a un Belalcázar que representa el clasismo, el racismo y el dominio de unos sobre otros, lo tapamos de negro porque negra es nuestra sangre, negro es el luto de los estudiantes que lloramos, luchamos y recordamos a nuestros amigo muertos y mutilados, del afro, del indígena, del líder campesino, del líder social, asesinado por el Estado, por la policía, por el ejército, por los paramilitares al servicio de sus señores.” …“Porque negro también es el color de nuestro inconformismo y negra es nuestra bandera….” “…Que tiemble todo lo que tenga que temblar, que caiga todo lo que tenga que caer y que arda lo que tenga que arder…”  (un aparte del extenso comunicado).

Ante el acto del “Movimiento Clandestino 13 D”, el Ph. D. Hernán Torres, profesor Emérito de Antropología en la Universidad del Cauca, Popayán, y profesor adjunto en la Universidad de Missouri-Saint Louis (EE.UU), nos compartió un vestigio de la documentación legal de la ciudad, que nos ilustra: “El único caso en la historia de la Conquista Española, que una ciudad lleva el nombre indígena, es el caso de Popayán, rememorando al Cacique Popayán…”. Veamos la cita del antropólogo Hernán Torres: 

“¿Sabrían los «encubridores» de la estatua ecuestre, que la ciudad fundada en 1536 por Sebastián de Belalcázar, en su documentación incluye el nombre del cacique local?  Y por lo tanto «La muy noble y muy leal Ciudad de Nuestra Señora de la Asunción de Popayán», fundada el 24 de diciembre de 1536, rememora al cacique Popayán. Caso único en la historia de la Conquista Española en las Indias Occidentales.” 

Por tanto, se hace un llamado ineluctable a las autoridades civiles de la ciudad de Popayán, al Misterio de Cultura, a la Universidad del Cauca y a los ciudadanos para proteger y salvaguardar tanto los ‘monumentos históricos” de Popayán, como también la obra maestra del pintor Efraím Martínez, la “Apoteosis de Popayán”, obra que es Patrimonio Cultural de payaneses y caucanos. Solicitud realizada  por la preocupación y zozobra por los factibles actos propios de espíritus destructores. 

¡Pretender juzgar la historia a través de la mirada del siglo XXI, presume sesgos que hacen daño y son una enorme falla!

Ante este tipo de desatino, lapsus e insensatez, coincido plenamente con la frase del célebre escritor, semiólogo, profesor italiano, Doctor en filosofía  y Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, Umberto Eco, en su atinada afirmación: 

“Las redes sociales le dan el derecho de hablar a una legiones de idiotas, que antes hablaban solo en el bar, después de un vaso de vino; sin dañar a la comunidad. Entonces eran rápidamente silenciados; pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un Premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles; además el drama de internet, es que ha promovido al tonto del pueblo como el portador de la verdad”.

Por tanto, haremos un debate, una reflexión y un análisis a través del estudio historiográfico de la obra, desde ramas de las ciencias y las artes, como: patrimonial, artístico, histórico, arqueológico, antropológico, sociológico, entre otras, de la mano de los profesionales más idóneos sobre este tema tan complejo. 

Precisiones y Reflexiones 

Primer desacierto: La fotografía “capturada” de la Internet  y publicada,  con pie de foto: “Apoteosis de Popayán, definida como “Foto tomada de Internet”, sin Autor. 

Primera precisión y reflexión: La “Foto tomada de Internet” no tiene los créditos del autor de la fotografía, que es  Jorge González, y mucho menos los créditos de los titulares de los Derechos de Autor de la obra, la Fundación de Arte Efraím Martínez.  Además aclarar, que no todo lo publicado en Internet es gratis; no simplemente se puede copiar y pegar.

Segundo desacierto y lapsus: El debate que plantea el senador Temístocles Ortega Narváez, que consiste en ¿Retirar la Apoteosis de Popayán, por racismo…? o, porque según él, “…refleja una dolorosa historia del esclavismo.”  

Segunda precisión y reflexión: Una aclaración del lapsus del senador Temístocles, en su definición y descripción del llamado “racismo” y “esclavismo”, en la obra del pintor Efraím Martínez,  por cuanto el significado real de la obra, es totalmente diferente, ya que significa: la abolición de la esclavitud”, y  la  “la  libertad”.

En la sinopsis de la ‘Apoteosis de Popayán’, realizada por el propio autor Efraím Martínez, describe el grupo de personajes de este segmento de la obra, así: 

“El grupo de José Hilario López y los esclavos se ciñe a los versos que en el ‘Canto a Popayán’ exaltan, con plasticidad insuperable, la trascendental obra de este hijo de la ciudad, el cual, con la abolición de la esclavitud, realizó uno de los ideales de Bolívar.” 

También se describe al presidente, al militar y al político payanes José Hilario López, quien  además de distinguirse en la guerra de la Independencia por su participación en la batalla de Boyacá y en las campañas de Cúcuta, Apure y Pasto. Y en su presidencia tomó, sin lugar a dudas, las medidas reformistas más trascendentales para la historia de la Nación, como fue la “abolición de la esclavitud”.

Apoteosis de Popayán, Efraím Martínez, paraninfo Francisco José de Caldas, Unicauca, Popayán. (9 metros de ancho x 6 metros de alto). Fotografía del original, por Jorge González. Derechos de Autor, Fundación de Arte Efraím Martínez.  

Tercer desacierto y lapsus: Respecto a la otra afirmación del senador Temístocles Ortega: “Hay entre nosotros una larga y dolorosa historia de esclavismo. Muchos hechos lo enseñan. El óleo ‘La Apoteosis de Popayán’, es una muestra. Ya es hora de sintonizarnos con los aires que recorren el mundo”. 

Tercera precisión y reflexión: Vamos a ver la obra del maestro Martínez, desde el punto de vista del Ensayo histórico y arqueológico del arqueólogo, historiador e investigador, Héctor Llanos Vargas, quien a través de su virtuoso estudio historiográfico de la obra de Efraím Martínez, del árbol genealógico de nuestras identidades culturales, expresa su valioso punto de vista con los aportes sobre ‘Apoteosis de Popayán’

“En el cuadro del maestro Efraím Martínez, ‘La Libertad’ está representada por el grupo conformado por el General José Hilario López y dos esclavos arrodillados- uno, anciano y otro joven-  con las ‘cadenas rotas’ en gesto de agradecimiento, al presidente de la República, José Hilario López, quien ‘abolió definitivamente la esclavitud en 1851’; el acto político alegorizado con otros dos esclavos de pie, que ‘enarbolan el gorro frigio de la libertad y la triunfal corona de laureles’. 

El ensayo histórico y arqueológico coincide con la descripción del maestro Martínez y, a su vez, refuta la valoración del senador Temístocles, al señalar la obra de Efraím Martínez de “esclavista”. El significado de la obra es íntegramente diferente, ya que los símbolos significan: “las  ‘cadenas rotas’,  la abolición de la esclavitud”; ‘el gorro frigio’  empuña la  ‘la libertad’; y el triunfo de  la libertad está representado en la ‘corona de laureles’. 

Además, el arqueólogo, historiador e investigador Héctor Llanos Vargas, designa a este fragmento de la obra, con el nombre de “Imagen del Árbol de la Libertad Republicana”, al Cuadro llamado por Efraím Martínez “Libertad”, José Hilario López y los esclavos.

Cuarto desacierto y lapsus: Al juzgar la historia es habitual caer en el clásico desacierto de “Juzgar la Historia” con la mirada, el análisis, la observación y el pensamiento del siglo XXI, porque produce sesgos y causa diversos daños. 

Tal como afirma el  escritor y periodista español, Arturo Pérez-Reverte: Por desgracia, el análisis histórico está plagado de prejuicios, tanto negativos como positivos. Nuestra función como historiadores o aficionados a la historia es generar un pensamiento crítico sustentado y profusamente argumentado. La Historia al no ser una ciencia exacta, sino una ciencia social, genera diferentes puntos de vista, todos perfectamente válidos, cuando estén correctamente argumentados. Se debe tratar de abandonar las pasiones internas y los sentimientos más primarios.” 

Añade el periodista Pérez-Reverte: “Una vez abandonados todos los clichés y juicios de valor podremos comprender verdaderamente la historia. Los argumentos vacuos y simplistas no conducen nada más que a respuestas sin ningún tipo de valor. Solo el estudio pormenorizado y la comprensión del momento que se pretende analizar y juzgar nos conducen al verdadero análisis crítico y válido.” “…Pretender comprender la historia a través de una mirada actual supone una enorme falla.”

Declaración de la coordinadora del Grupo de Patrimonio Cultural Mueble, de la 

Dirección de Patrimonio y Memoria, del Ministerio de Cultura.

Eugenia Serpa Isaza, coordinadora del Grupo de Patrimonio Cultural Mueble, de la Dirección de Patrimonio y Memoria, del Ministerio de Cultura, certifica:

“Respecto al retiro del cuadro ‘Apoteosis de Popayán’,  del autor Efraím Martínez, ubicado en el Paraninfo Francisco José de Caldas, de la Universidad del Cauca, me permito manifestar lo siguiente:

La pintura la ‘Apoteosis de Popayán’, es la interpretación artística del autor Efraím Martínez, donde glorifica la fundación de Popayán, mostrando personajes de varias épocas sin hacer exaltación alguna a determinados personajes. 

No exalta a un personaje en específico, sino muestra a una variedad de personas que componían el tejido social de la cual hacían parte las personas afro, indígenas, blancos, entre otros, y de su representación no se deduce que sean superiores o inferiores.

De otra parte, la pintura es Patrimonio Cultural de la ciudad de Popayán y del Cauca, y forma parte de su memoria, además de poseer gran valor estético. 

Retirar el cuadro, o eliminar imágenes que representan la historia, no borran los sucesos, por el contrario, puede llevar a que los hechos se olviden o descontextualicen. 

Es una oportunidad de diálogo, para generar discusión frente a la diversidad cultural y de nuestro pasado diverso, donde caben las distintas miradas y la inclusión.”

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Entrevista al decano de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la

Universidad del Cauca, Tulio Rojas Curieux, en la reflexión de “Juzgar la Historia”

Escultura ecuestre de Sebastián de Belalcázar, elaborada por el artista español Victorio Macho, inaugurada en 1937, en el Morro de Tulcán, Popayán, que fue cubierto con una tela negra, con inscripciones A.C.A., por el Movimiento Clandestino 13 D. 
Foto, José Dueñas. 

José Dueñas. ¿Se puede juzgar a la historia?

Decano Tulio Rojas Curieux: Juzgar la Historia es muy fácil, pero se puede caer en sesgos  que hacen mucho daño.

Prosigue el decano Tulio Rojas Curieux: “Evidentemente, la historia del mundo tiene muchos hechos y acontecimientos de los cuales no nos podemos enorgullecer, pero nos toca reflexionar para superarlos.  Pero hablando de la obra  Apoteosis de Popayán” del   maestro Efraím Martínez, es una obra con muchas cosas importantes de la historia, no solo de Popayán, sino del país. Y también apela a la historia universal, porque tiene las miradas de las musas de las artes, y de otros elementos históricos que no nos podemos sustraer. Por el contrario, tenemos que mirarlos, entenderlos, valorarlos en su momento histórico; y saber reflexionar, para ver cómo estamos en el mundo de hoy, y qué podemos construir, en lo que se ha vivido y lo que vamos a dejar a los demás.” 

¡Esa es la historia, reflexionar sobre lo que pasó! No quedarnos allí,  sino superar y ver qué vamos a construir para dejar a los demás. Allí esta nuestro aporte. Si no, seríamos enteramente pasivos.

José Dueñas: ¿Qué ejemplo reciente tenemos de juzgar la historia? 

Tulio Rojas Curieux: Mire la gran discusión que se generó por la conmemoración del V Centenario del “Descubrimiento de América”. ¿Entonces qué hacemos? ¿Borramos todo eso? Tenemos que borrar a Colombia, ya que  Colombia no existía. 

Reflexionemos qué pasó, qué se construyó; salimos nosotros, Colombia no existía, Colombia en la historia, apenas empezó a existir hacia 1821 con el Congreso de Cúcuta. Luego vino una gran contienda y disputa por quién va mandar aquí. Y que no tenía que ver con los indígenas. Estados Unidos de Colombia, Confederación Granadina… ¿Y qué hacemos? ¿Nos olvidamos de eso?

Parece a veces que nosotros, por no reflexionar sobre lo que hemos vivido, repetimos ciegamente lo que ya pasó y no somos capaces de superarlo. Pero, “Juzgar, juzgar la Historia”, no es la palabra adecuada. Reflexionar sí.

José Dueñas: ¿Por qué no nos referimos a la visita histórica al “Campo de Concentración Nazi de Auschwitz”, por la presidenta Alemana Ángela Merkel?  

Tulio Rojas Curieux: Cuando se acabó la Segunda Guerra Mundial, hubo mucha discusión sobre qué se debía hacer con los campos de concentración. Unos decían incendiémoslos.  Si usted va hoy a Alemania y a Polonia, puede visitar  esos campos de concentración Nazi, tan terroríficos. Y hay tantas obras literarias, de cine, poéticas, que cuentan las historias y las atrocidades. Entonces, ¿las borramos? ¡No! Miremos y reflexionemos, son un testimonio de la historia. 

Otro claro ejemplo es el del “Museo de la Resistencia”, en Francia, en donde se ve cómo se hicieron las torturas. ¿Y lo quemaron? ¿Lo destruyeron? ¡No!  No lo destruyeron, porque debe quedar allí como prueba de la historia. Esa es la historia. Para que reflexionemos y reconstruyamos,  no es solo lo que sucedió, sino el futuro que vamos a estregar. Entonces, ¿cuál es nuestro papel? ¿Lamentarnos, rasgarnos nuestras vestiduras?  ¡No! Ni más faltaba.

Ni tumbar estatuas, ni destruir patrimonios culturales. Qué hacemos, eso es lo que vivimos. Por qué sucedió, por qué lo permitimos, por qué la sociedad del momento lo permitió. Hay que mirar si había otras formas, pero juzgar no, porque juzgar es muy fácil hacerlo y el resultado es muy complicado, porque al “Juzgar la Historia”, también se entrecruzan los sesgos, que son los que hacen daño y la vida es un conjunto de todos esos elementos.     

Entrevista a Ricardo Martínez Mahecha, nieto del maestro Efraím Martínez y presidente de la Fundación de Arte Efraím Martínez 

El ingeniero y experto en temas ambientales, Ricardo Martínez Mahecha, nieto del pintor Efraím Martínez, y presidente de la Fundación de Arte Efraím Martínez, para poner en contexto el tema en discusión, hace una alusión del relato, basado en el historiador griego Heródoto, considerado  ‘El Padre de la Historia’; cuando Darío el Grande ascendió al trono tras asesinar al usurpador, con la ayuda de otros seis aristócratas Persas.

Ricardo Martínez,  discierne acertadamente sobre la discusión  de estos personajes de la historia, sobre la forma de gobierno que querían implantar: si Democracia, Aristocracia, pero resuelven la Monarquía, por obvias razones, nombrando a Darío El Grande. Y esto es completamente vigente hoy.

Busto del maestro Efraím Martínez, por el escultor Luis Pinto Maldonado, Casa Museo Efraím Martínez. 
Foto, Carlos Fernando Loaiza Arteaga.

Una condición de hambre, de desigualdad, de miseria y de violencia, no genera una Democracia fuerte, eso lo saben muy bien los políticos. En la Democracia, el voto de un imbécil o insensato, vale lo mismo que un voto de un Gabriel García Márquez, cuentan igual y eso lo saben y lo alimentan los políticos.

El presunto trasfondo político de la Polémica  

Esa postura de hoy, de decir, que hay que bajar la “Apoteosis de Popayán”, un cuadro histórico, artístico, emblemático, patrimonio de Popayán y del Cauca, símbolo de la Universidad del Cauca, porque es racista y porque aquí hubo esclavitud, la única explicación que podría tener es la búsqueda  de un caudal electoral. 

Venir el senador, después de más de 169 años de la abolición de la esclavitud por el payanes José Hilario López, a pretender reivindicar  la  abolición de esclavitud hoy, es un desatino. Abolición que ya le concernió al presidente payanes José Hilario López.   Ahora los problemas que siguen a esa liberación de los esclavos, nos corresponden a todos los colombianos para disminuir las brechas. Aquí hay muchas brechas, entre nosotros estamos llenos de brechas; brechas entre el hombre y la naturaleza; brechas entre la ciudad y el campo y una brecha delicada que se está gestando por el autoritarismo administrativo de los empleados públicos y la ciudadanía. Estas son más delicadas que el supuesto ‘racismo’ que alude el político en aras de caudal electoral,  y esto es más racista que el racismo que dice combatir.

El óleo de Martínez tiene valor histórico, y él lo hace dentro del Movimiento del Clasicismo, que surge superlativo hacia los movimientos Modernistas y mucho más valioso que el arte abstracto, sin desmeritar. Martínez lo dice: “…yo voy hacer un óleo  de corte clásico, para plasmar la historia de la ciudad que quiero.”  Desde ese punto de vista es insustituible. Y si nosotros pretendemos quitar lo único que tenemos, quedaríamos  completamente desnudos.

Ejemplo histórico de defensa del Patrimonio Cultural y de la identidad de la ciudad

Ricardo Martínez: Tal cual como lo decías tú, periodista José Dueñas, en un comparativo equivalente en este momento histórico y que me pareció muy acertado de tu parte, al relatar la efeméride: “Cuando el arzobispo de Popayán, Maximiliano Crespo, solicitó ante el cabildo eclesiástico en diciembre de 1927 la propuesta para construir el Palacio Arzobispal en los solares adyacentes, entre la Catedral de Popayán y el Campanario de la antigua Catedral. La Torre del Reloj era el campanario de la antigua Catedral y los planos del nuevo proyecto del arzobispo Crespo para el Palacio Arzobispal,  debían demoler  la Torre del Reloj. Tras la fuerte polémica y molestia de los payaneses, el arzobispo y los padres del cabildo eclesiástico debieron proponer una encuesta para que decidiera la ciudadanía. Y aparece la figura del poeta Guillermo Valencia, quien, muy contrariado debatió enérgicamente y manifestó: “Es el más grande desacierto, el querer destruir la ‘Nariz de Popayán’, es la identidad y símbolo de la ciudad…Sería mejor que acostasen la Torre del Reloj, e hicieran las divisiones para las oficinas y las habitaciones del Palacio Arzobispal”. 

El arzobispo Maximiliano Crespo, debió tomar la decisión de no demoler la Torre del Reloj y no actuar en contra de la ciudadanía. Los payaneses y el poeta Valencia no permitieron demoler la Torre del Reloj, y desde ese momento se convirtió en el símbolo icónico de la ciudad. El caso es parecido; no se pueden destruir los símbolos y la identidad de la ciudad y de la Universidad del Cauca. 

Por tanto, el comentario sobre la “Apoteosis de Popayán” es realmente desatinado. Si la persona que hace la crítica, quiere reivindicar la raza afrocaucana, tiene que buscar un artista de muy alto nivel que haga un óleo monumental al respecto y confrontarlos  y dejar a los dos en coexistencia. 

Una vez me preguntó una persona, que si yo era partidario de que Belalcázar estuviera en el Morro de Tulcán, y mi respuesta fue, que yo sí, soy partidario de que Belalcázar esté en el Morro; pero también que el ‘Cacique Popayán’ esté en el Morro de Tulcán, ya que si bien hubo una confrontación bélica, también hubo una conjunción racial profunda, y solo basta decir en tal sentido, que Sebastián de Belalcázar no tuvo mujer española, todos los hijos de Belalcázar fueron con indígenas. Los españoles llegaron aquí en 1492, y la primera mujer española que pisó Popayán, llegó cerca de 1545, 53 años después.  Y durante eso 53 años, se dio el mestizaje absoluto en América. 

Entonces, hay muchos aspectos que denotan la arbitrariedad de sugerir siquiera que la ‘Apoteosis de Popayán’ debe ser descolgada. Entre otras cosas, ¿para ser colocada en dónde?  Porque ni siquiera hay un recinto que pueda albergar un lienzo con medidas de 9 metros de largo x  6 metros de alto.

Me parece mucho más importante, claro, no desde el punto de vista electorero masivo, que es cuando se busca tocar las fibras de los afrocaucanos para aparecer como su redentor, pero en realidad lo que se busca es el voto, para contarse en las elecciones y seguirse reeligiendo y seguir gobernando.

Hay elementos mucho más profundos e importantes para acometer y asumir, como por ejemplo, la distancia entre el hombre y la naturaleza; resulta que nosotros fungimos de ser el país más rico en especies de avifauna y no hacemos nada por protegerlo, y aparecen hombres matando, disparando, incendiando y tumbando los árboles, acabando con lo que supuestamente es nuestra mayor riqueza.

Ese tema es mucho más importante, más de futuro, mucho más de sostenibilidad y más de convivencia pacífica, que exacerbar odios y furores de tipo racista, sobre todo refiriéndose a una obra de arte de esa magnitud, que no la vuelve hacer nadie más, es una obra inamovible e inmodificable.    

Resumen de la investigación y estudio historiográfico de la “Apoteosis de Popayán”, del arqueólogo e historiador, Héctor Llanos Vargas

La investigación del arqueólogo, historiador e investigador Héctor Llanos Vargas, lo llevan a comprobar la relación arqueológica existente entre la escritura y las imágenes artísticas, en una perspectiva genealógica de la historia. El pintor Efraím Martínez recrea o representa la realidad histórica con tropos retóricos, con metáforas, metonimias y sinécdoques, sin ironías, que hacen alusión al Parnaso griego y a personajes históricos, que como prototipos representan el poder político, económico, social, militar, eclesiástico, artístico, intelectual e institucional, en el transcurrir histórico de la ciudad. 

El modelo narrativo de la ‘Apoteosis de Popayán’ es genealógico, en el sentido de los linajes familiares, su composición formal es una puesta en escena teatral unidireccional que imita las procesiones rituales de las familias patricias romanas. Es una composición monumental que se hizo para alterar el pathos del observador, para intimidarlo y casi introducirlo en el drama de la historia apologética, allí representado.  

El maestro Efraím Martínez, en su encuadre pictográfico, no representó a los “indios” de América, como los “salvajes” de la antigüedad, sino como losbuenos salvajes” de la modernidad, reconocidos en su desnudez como seres naturales “inocentes”, que fueron “civilizados” por los europeos cristianos. El medio ambiente del desfile histórico es la emblemática plaza principal de Popayán, que desde su trazado fundacional ha sido el núcleo o locus del pathos del poder político, la Catedral con su Torre del Reloj, la Encarnación, la Ermita y Belén. 

La ‘Apoteosis de Popayán’ es una compleja metáfora histórica, es un gran palimpsesto, que a diferencia del pergamino sobre el que muchos historiadores han reescrito nuestra historia; es un gran lienzo sobre el que el maestro Efraím Martínez escribió con sus pinceles, después de cuatrocientos años, la cartografía, con todos sus topoi antropomorfos, naturales y alegóricos, que enaltecen el pasado de la ciudad de Popayán; composición estructurada y premeditada que sintetiza magistralmente un horizonte de mundo hispánico que arribó al valle de Pubenza, del “Nuevo Mundo”, en la mente de conquistadores, de soldados y curas doctrineros, al mando del Capitán Sebastián de Belalcázar.

En concusión, el arqueólogo e historiador Héctor Llanos Vargas, designa el nombre de “Imagen del Árbol de la Libertad Republicana”, al segmento del cuadro llamado por Efraím Martínez “Libertad”, José Hilario López y los esclavos.

Sobre la Vida y Obra del Maestro Efraím Martínez

José Dueñas: Si queremos conocer a profundidad la vida del pintor, del dibujante, del retratista Efraím Martínez. Si deseamos explorar al Efraím Martínez, humanista, humilde, pulcro, ilustrado y magnánimo; asimismo al Martínez universal. Si anhelamos investigar las ciudades y países europeas donde vivió y pintó. Si ansiamos averiguar los estudios artísticos del pintor Martínez, como también sus virtuosos maestros. Si aspiramos a indagar las Escuela de Bellas Artes que dirigió y fundó. Si aspiramos a inspeccionar los grandes logros en Colombia y en Europa. Si pretendemos entender su gran potencial creador, la  excelsa y extensa obra artística de Martínez, que lo hizo ser uno de los baluartes del Clasicismo, además de ser considerado uno de los pintores más destacados de Colombia en el siglo XX. Y si suspiramos percibir la historia real de su monumental obra Patrimonial: la “Apoteosis de Popayán”,  que le valió el reconocimiento oficial, con el otorgamiento de la condecoración de la ‘Cruz de Boyacá’.  

Si aspiramos a vislumbrar y descubrir al maestro Efraím Martínez, su vida, su obra integra, con sus frenesís y sus pasiones, hasta su fallecimiento en su ciudad natal, el año 1956, debemos esperar unos pocos meses, para conocer y adquirir el magnífico libro que publicará su nieto Ricardo Martínez Mahecha.

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