Réquiem por Popayán

Por en abril 29, 2025

Es una verdadera lástima que nuestra ilustre capital, en otras épocas conocida como la “Ciudad de paredes blancas”, de “piedra pensativa”, por excelencia “Ciudad Universitaria”, la “Jerusalén de América”, día tras día haya perdido dignísimas connotaciones, algunas veces por substracción de materia, otras por apatía o desinterés de propios y extraños que han perdido su arraigo y otras por desidia de algunos de sus gobernantes.

Como notarios o testigos de primera mano de su evolución a lo largo del tiempo y las circunstancias, nos ha tocado presenciar épocas de bonanza, de satisfacción colectiva, pero también momentos adversos, amargos, que han golpeado con rudeza el alma de la ciudad amada. Sería prolijo detenernos a mencionar cada uno de ellos, pues al fin y al cabo forman parte de la obligada cotidianidad de una ciudad en constante desarrollo.

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Con la lupa de la historia bien contada, sin sesgos ni falsos acomodos de aquellos que quieren retocarla a su conveniencia, hay quienes coincidimos al afirmar que Popayán, salvo contadas excepciones, en lo que va corrido del Siglo XXI, ha carecido de gobernantes visibles por su compromiso, su liderazgo y genuina visión de ciudad. En efecto, las obras tangibles y de gran aliento para nuestra capital han sido muy escasas, por no decir, nulas. Se asemeja más a una colcha de retazos. Mas vale, se podría afirmar, que muchos de ellos no han dejado obras, pero sí graves dolores de cabeza para la comunidad.

Avanza desenfrenada la centuria y los habitantes de Popayán visualizamos con intranquilidad manifiesta que fuertes y huracanados vientos de decadencia o postración amenazan el destino de la urbe, con rasgos inequívocos  representados en la pérdida de su bien ganada prestancia espiritual y religiosa, de patrimonio histórico, de ciudad congraciada con la inteligencia; con contundentes ejemplos de total abandono de calles y avenidas, céntricas y periféricas:  plasmados en el bochornoso estado de ruina de muchas edificaciones que son un peligro para la seguridad pública;  manifiestos en una clase política rancia, desprestigiada, desvergonzada, de espaldas al desconcierto popular; materializados en un denominado “Sistema Estratégico de Transporte”, que más parece un cuento de hadas, que se sabe cuándo empezó, pero no se tiene noticia cuándo va a terminar; en fin, expresa en una ciudad que ha perdido el norte y que parece  divorciada con su futuro.

Allí vamos pedaleando con gran dificultad, a tontas y a ciegas, víctimas de la ceguera política, madre de todos nuestros males.  Esa misma que refrendamos en las urnas cada cuatro años y que solo nos garantiza seguir caminando como el cangrejo.

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