El Cauca, gran negocio para delincuentes

Por Aura Isabel Olano Correa
El Cauca es un departamento sin gobierno ni departamental y mucho menos nacional.
Masacres, secuestros, extorsiones, éxodo, en especial de campesinos que son sacados de sus veredas por las llamadas disidencias de las Farc, al mando del sanguinario Iván Mordisco, cabecilla de la estructura criminal Carlos Patino que, junto al ELN y otros narcotraficantes se vienen apoderando del Cauca desde hace tiempo y con mayor crueldad en los últimos años porque el Gobierno nacional les dio patente de corso.
Los labriegos y habitantes de los cascos urbanos de este departamento, huyen con sus hijos para evitar que guerrilleros y narcotraficantes, que son del mismo pelambre, recluten a sus hijos para la industria del crimen.
En el Cauca no se desmovilizaron las Farc, las que ahora llaman disidencias, no por “defender al pueblo”, como rezan en sus consignas, sino para seguir enriqueciéndose con los cultivos de uso ilícito como la hoja de coca, marihuana y amapola, muy lucrativos, en especial la cocaína y los subproductos de este alcaloide, entre ellos, el clorhidrato, la pasta base y el crack.
A propósito de los procesos químicos para obtener esas sustancias psicoactivas, nada se dice por parte de las autoridades ambientales, como la CRC, de las graves afectaciones al medio ambiente que provoca la producción de drogas ilícitas, que ocasionan deforestación, pérdida de la flora, la fauna, contaminación de los suelos, envenenamiento de ríos y cañadas. Todos esos venenos salen de los numerosos laboratorios que tienen narcotraficantes en distintas zonas rurales del Cauca.
Además, es contradictorio que un Gobierno, como el de Colombia, cuyo presidente en foros internacionales se ha autoelegido como defensor mundial del medio ambiente y, a manera de profeta, señala sobre las graves consecuencias del cambio climático, del calentamiento global, mientras en su propio patio, esa delincuencia con la que busca “la paz total”, está destruyendo la naturaleza, derribando el bosque para sembrar dichos cultivos de uso ilícito. A esta tragedia se suma la explotación ilegal de minería, en especial de oro, que ha desviado ríos y acabado con fuentes de agua.
Para combatir a la delincuencia organizada se escuchan, como mantras, esas dos palabras en boca de políticos y gobernantes regionales: inversión social. Claro que se necesita, es importantísima para llevar desarrollo social y económico a las regiones más golpeadas por esas estructuras criminales, pero la inversión no se logrará materializar si no se combate a esas estructuras criminales que, además, se han aprovechado de los presupuestos locales, de las regalías. Sin seguridad y orden no será posible rescatar de las garras de los violentos a las poblaciones y llevarles obras de progreso.
No se ha entendido que la riqueza del Cauca es incalculable, de la que puede vivir su población, traducida en recursos naturales, minería (oro, platino, cobre, piedras semipreciosas, etc.) que está siendo explotada por los delincuentes, que cada día aumentan, dado que se trata de un gran negocio, mientras empobrecen, explotan, esclavizan e instrumentalizan para sus propósitos a la población, como sucedió el sábado 21 de junio, en El Tambo y el domingo 22 de junio en El Plateado, municipios del Cauca, en los cuales en total fueron secuestrados, no retenidos, como eufemísticamente dicen algunos medios de comunicación, 53 soldados profesionales y cuatro suboficiales, a manos de 200 pobladores por orden, al parecer, de alias Iván Mordisco, en evidentes asonadas. Afortunadamente fueron rescatados por miembros del Ejército y de la Policía.
Si eso hacen esos grupos al margen de la ley con pelotones de la fuerza pública, qué se puede esperar con el resto de la comunidad que está a merced de esos bandidos, ante la indiferencia del gobierno del “Cambio” y la falta de liderazgo del gobernador del Cauca, que se conforma con tibias declaraciones. Tampoco se escucha a la bancada del departamento en el Congreso de la República, obviamente, algunos que la conforman son del Pacto Histórico y solo les interesa apoyar incondicionalmente al presidente Petro, sin que les importe la suerte de su región.
La cacareada “paz total” la lanzó el Gobierno a la bulla de los cocos, sin preparación alguna, sin método, ni planeación, con un consejero de paz que militó en la guerrilla, en consecuencia, se suponía que conocía las entrañas mismas de esos oscuros grupos delictivos, sin embargo, no ha dado resultado. Por el contrario, pareciera que su inacción les ha dado más alas, de ahí que el Cauca esté bajo su yugo.
¿A quién le importa el Cauca? Solo se menciona este sufrido departamento en los noticieros nacionales cuando dan cuenta de secuestros, motobombas, atentados contra el ejército y la Policía, asonadas de la comunidad que, instrumentalizada o no, protege a los bandidos que cada día se multiplican, porque el Cauca se convirtió en su mejor negocio.
You must be logged in to post a comment Login