El mercado persa en Semana Santa

Por Aura Isabel Olano Correa
Según la definición popular, ‘mercado persa’ es en donde se vende de todo y se ubica de manera arbitraria en cualquier lugar de la ciudad e indica desorden, falta de organización y de higiene.
Ese lamentable ‘paisaje’ se vio durante la Semana Santa en calles del sector histórico, llenas de toldos y cambuches forrados con plásticos, rodeados de la basura que producían por minutos vendedores y compradores, incluso bultos de desechos tirados, por ejemplo, en la esquina del museo Nacional Guillermo Valencia.
Precisamente, esa vía, frente al Banco de la República, fue cubierta por cambuches de plástico, en donde vendían toda suerte de baratijas y de comida, que taparon por completo el camino hacia el histórico Puente del Humilladero. Pero, no solo estaba cubierto por ese sitio, también por la carrera 7, igualmente múltiples carpas obstruyeron el paso y cubrieron el bonito parque Julio Arboleda. Es en la única ciudad en donde la autoridad municipal permite que se esconda su patrimonio y emerjan ventas ambulantes de todo tipo, entre ellas de comida que preparan en el sitio, sin ningún control sanitario. Vimos sacar de ciertos puestos de ventas platones con agua en los que habían ‘lavado’ utensilios y regarla en plena calle. También el robo de energía, sacada de las cajas de conexión eléctrica y llevarla a los rudimentarios puestos de venta, con gran riesgo para vendedores y transeúntes, como sucedió frente al Museo Valencia (ver fotografías).

Se sabe que la Semana Santa de Popayán es la época en que se mueve la economía de la ciudad y le permite a la gente obtener recursos, pero no en detrimento de la propia ciudad en la que buscan el sustento; por lo tanto, la Administración municipal está obligada a planificar y organizar esas actividades, pues cada quien instala en las calles ventas de chuzos, arepas, contaminando el ambiente y produciendo basura. Según Urbaser, en promedio se recogen en Popayán 300 toneladas diarias de residuos y en Semana Santa se aumenta un 30%.

En verdad, nunca se había visto tanto desorden en el sector histórico en Semana Santa que, de celebración religiosa, se ha permitido que se convierta en feria, lo que debe cambiar. No es posible que esa situación, sumada a los bloqueos de la Panamericana y a la vía a Los Picachos, se atente contra una tradición de siglos, que en todo sentido les ha servido y les sirve a los payaneses, porque genera turismo, el que quiere ver una ciudad organizada, recorrerla, visitar sus sitios históricos, iglesias, museos, restaurantes, disfrutar de su gastronomía y observar los desfiles procesionales, sus artísticos pasos y entender toda la simbología que tienen las procesiones, que son arte, tradición y herencia, aportada por muchas generaciones de payaneses, desde la misma época de la fundación de Popayán, que legaron una gran riqueza material y espiritual que, sus descendientes, de todas las clases sociales, como se dice en el lenguaje semanasantero, tomaron el barrote y han continuado cuidando y enriqueciendo los pasos para que cada noche los desfiles sean espléndidos.
“Muy lindas las procesiones y toda su simbología, pero qué lástima que la ciudad esté deteriorada y desordenada”, fue uno de los tantos comentarios de turistas que llegaron a la ciudad en esta Semana Santa. Que en lo sucesivo no tengamos que escuchar tan lamentables observaciones.
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