Una nueva demografía

Por en agosto 29, 2013

Por Juan Francisco Muñoz

A nivel mundial está ocurriendo un fenómeno muy interesante, que tal vez defina importantes cambios sociales por venir. Las demografías religiosas y laicas están tomando formas cada vez más predecibles y diferenciables. Básicamente, el mundo está dividiéndose en dos grandes partes. Unas sociedades donde las grandes religiones monoteístas cuentan con millones de creyentes y miles de fieles practicantes, como empresas multinacionales que conservan intacto su valor de marca, de producción y de servicios. Estas sociedades están en América latina, África, Medio Oriente, el sur y el centro de los Estados Unidos, principalmente.

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Constituirían, aproximadamente, un 64% de la población mundial. En estas sociedades están todas las iglesias cristianas, además de las barras bravas del catolicismo, que celebraron febrilmente la elección del nuevo Papa, empañada en otras partes del mundo por las denuncias de corrupción financiera y abuso sexual de menores que el Vaticano debe enfrentar ante la Organización de Naciones Unidas. Pero además, en estas sociedades están los países islámicos, estados que se debaten entre las dictaduras autocráticas y teológicas, y el nacimiento de sociedades democráticas y tolerantes con las diferencias humanas.

Pero, el mundo también ha visto nacer otro tipo de sociedades. Desde el siglo XVII, en épocas de la ilustración, la capacidad dada en naciones desarrolladas, como la inglesa o la francesa, originó en el pensamiento humano la posibilidad de diferenciar al Estado de la Iglesia; desde entonces, lo divino no fue más importante que lo humano, y las normas y reglas que importaban empezaron a ser formuladas de acuerdo con las circunstancias terrenales, más que a las especulaciones metafísicas.

El progreso tecnológico y económico tuvo mucho que ver con el surgimiento de esta nueva mentalidad, y vería realizadas las sociedades democráticas del Reino Unido, del centro de Europa, los países nórdicos, los estados democráticos de norte América, e incluso, los progresos más recientes de un emergente continente asiático, que en los últimos cincuenta años se ha consolidado como el principal motor de progreso tecnológico y económico, estableciendo a su vez una brecha infranqueable entre países como China, Japón, y ciudades como Hong Kong, con el resto del mundo. Estas sociedades, sumarían, en promedio el 37% de la población mundial, que, casualmente, es similar al 36% de la población, que según la encuesta mundial Gallup, está constituido por personas ateas y no religiosas alrededor del mundo. Es cierto que el siglo XX también vería la caída de muchas de estas sociedades en los regímenes dictatoriales y en las crisis del capitalismo. Sin embargo, la distancia en desarrollo social y humano entre estas sociedades y aquellas que mantienen vivo el poder de las religiones monoteístas, es inmensa, a favor de las sociedades laicas.

En países como Inglaterra y Holanda, que cuentan con los porcentajes más altos de no creyentes o ateos, están surgiendo iniciativas interesantes. Las iglesias ateas, o como diría el filósofo Alain de Bottom, la práctica del ateísmo 2.0, está tomando fuerza, como un rescate de la importancia de los rituales y la catarsis emocional que permiten las religiones monoteístas, pero sin la defensa de prácticas de una moral cuestionable, como lo son la defensa de una castidad obligatoria por parte de los sacerdotes católicos, la discriminación de las mujeres en el islam, o la condena de la homosexualidad que hacen las iglesias cristianas. Nuestra naturaleza humana no es indiferente a esas necesidades religiosas de trascendencia emocional y social; por ello, una nueva capacidad espiritual y moral pareciera estarse definiendo, a la luz de los progresos sociales y humanos. Y esta nueva capacidad moral y espiritual seguramente seguirá captando un porcentaje cada vez más amplio de la población mundial, pero sin los lastres de la superstición, el autoritarismo y las historias sin sentido, que se han conservado, como virus intratables en las tradiciones religiosas.

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