Sin alcalde

Por en febrero 3, 2019

Opinión por: Juan Carlos López Castrillón

La privación de la libertad de un alcalde o la suspensión del ejercicio de sus funciones, dentro de un proceso penal o una investigación disciplinaria, siempre serán una mala noticia para su municipio.

Por eso, lo sucedido esta semana en Popayán no le ayuda para nada a la ciudad; y no estoy desconociendo ni declarándome en contra de la actuación de la justicia, a lo que me refiero es que esto nunca debió pasar. Es muy nocivo para una ciudad que lucha por salir adelante en medio de circunstancias contradictorias.

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Por un lado Popayán intenta desarrollar su gran potencial en los sectores del turismo, la tecnología y la educación; pero por el otro maneja la carga emocional negativa de sentirse abandonada por los gobiernos y de vivir en permanente incertidumbre.

El hecho mencionado influye negativamente en el normal desarrollo de la administración del municipio y de sus obras. Se entra en un estado de interinidad. Además le resta velocidad a dos temas importantes que están en curso:

1. El nuevo Plan de Ordenamiento Territorial, que debe poner en cintura el crecimiento desordenado de la ciudad; y
2. El proyecto del Banco Interamericano de Desarrollo (BID): Ciudad Sostenible 2037, que puede posibilitar que se jalone inversión para que Popayán pueda ser más moderna e incluyente.

Todos debemos respetar el debido proceso de las acusaciones que viene afrontando el alcalde Gómez Castro y esperar que la justicia actúe en derecho, con independencia y sin presiones.

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Ahora vienen una serie de responsabilidades políticas, tanto para los partidos que avalaron al alcalde, quienes – si es el caso – deberán presentar una terna de nombres que se ajusten al perfil de lo que la ciudad requiere en un momento de crisis como el actual; y para el gobernador Campo, quien tendrá la última palabra para escoger el remplazo del burgomaestre.

Es la hora de la serenidad, no se puede jugar al populismo, ni atizar más un fuego
que a mala hora ha chamuscado la poca credibilidad que tienen las instituciones. Ya ha sido suficiente el daño que todo este proceso ha generado; y lo que falta.

En unos días o semanas este episodio deberá tener un desenlace, vendrá la evaluación de verdad y una discusión inevitable, no solo sobre estos hechos, sino también sobre las responsabilidades, tanto personales como colectivas.

Luego, como ciudad y departamento, deberemos ser capaces de superar este momento, dedicarnos a construir sobre lo construido y a trazar caminos que nos permitan salir del sombrío panorama que hoy afrontamos: las complicaciones del orden público en el norte del Cauca, los desplazados que llegan a Popayán, los asesinatos de dirigentes sociales, la inseguridad urbana, los problemas del medio ambiente y, por supuesto, la pobreza.
Pero lo más urgente es cambiarle el tono al debate que viene.

Espero – tal vez con un poco de ingenuidad – que la escogencia de alcaldes y gobernador tenga un lenguaje positivo, optimista y de narrativas frescas. Que sea un debate de altura, con respeto, sin inundarnos de noticias falsas y cuyo eje principal sean las propuestas de los candidatos, debatiendo cómo y con qué recursos piensan ejecutarlas, para que podamos superar el populismo y la demagogia, tan comunes en nuestra región.

Esta sociedad no aguanta más agravios y enfrentamientos y mucho menos que la polarización de las redes sociales se traslade a las calles, debemos cuidarnos de esto.
Sigo creyendo que tenemos que centrar todos los esfuerzos en hablar de cómo se va a mejorar el «bienestar» de la gente. Esa palabra que puede parecer una generalidad, es en realidad la mejor manera de describir lo que una sociedad moderna necesita.

Educación y salud son bienestar. Empleo digno y seguridad social son bienestar. Movilidad y equilibrio ambiental son bienestar. Recreación, cultura y deporte son bienestar. Respeto por los animales y reforestación son bienestar. Inclusión e igualdad de oportunidades son bienestar. Necesitamos bienestar.

Posdata: a través de su historia Popayán fue sitiada varias veces, vivió penurias, hambre, fusilamientos, eso ayudó a construir una raza estoica, con templanza en su carácter. Luego se enriqueció con los aportes culturales de migrantes, para terminar siendo el pueblo orgulloso que hoy somos. Es el momento de la unidad, con o sin alcalde.

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