Los suelos han perdido capacidad de filtración y de almacenamiento

Por en abril 21, 2014

Estudios contratados por el Municipio de Popayán darán lineamientos de manejo de subcuenca Molino

Por Aura Isabel Olano

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Cada aguacero que cae sobre Popayán hace temer por el desbordamiento de ríos, en especial del Molino, que en la noche del 24 de diciembre anterior, causó serios daños en zonas rural y urbana de la capital caucana, debido a un fenómeno de lluvias concentradas que generó avenidas torrenciales.

Según la ecóloga Liliana Recaman, coordinadora técnica de la Fundación Río Piedras y jefe de la División Ambiental de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Popayán, el tiempo de lluvia que se presentó durante la noche del 24 de diciembre de 2013 fue tan alto, que en 24 horas las precipitaciones superaron los 172 milímetros, de lo que llueve en un mes.
Normalmente, en diciembre se presentan promedios entre 18 y 34 milímetros de precipitación. Sin embargo en esos días, en la parte media de la cuenca del río Molino, en el sector de El Hogar se superaron esos valores llegando en unas zonas a 172 mm, en otros a 170, 160 y 150 en diferentes sitios.

La inundación del 24 de diciembre del 2013 arrastró zonas de bosque.

La inundación del 24 de diciembre del 2013 arrastró zonas de bosque.

En la parte alta de la cuenca las precipitaciones no pasaron de 80 milímetros que, a pesar de ser un valor muy importante, no se presentaron problemas tan serios como los registrados en la parte media.

 

En síntesis, la lluvia fue el factor detonante para que se aceleraran antiguos problemas de erosión que tiene esa cuenca; se abrieron viejas cicatrices de deslizamientos que habían sanado. “Fue tanto el peso que tuvo el suelo por saturación de aguas que, obviamente, aumentaron los deslizamientos y fenómenos de remoción que llevaron a que se presentaran represamientos en el río, incremento de su caudal y posteriormente la afectación a la ciudad”, indicó la funcionaria.

Liliana Recaman, coordinadora técnica de la Fundación Río Piedras y jefe de la División Ambiental de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Popayán.

Liliana Recaman, coordinadora técnica de la Fundación Río Piedras y jefe de la División Ambiental de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Popayán.

Daño durante años

El desbordamiento del río Molino es el resultado del daño que durante muchos años ha tenido esa zona. Existen registros de eventos desde 1928 cuando la inundación afectó no solo el sector del barrio Bolívar, sino que llegó hasta el puente Chiquito que debió ser reconstruido.
Durante décadas esa cuenca ha sido deforestada para actividades agropecuarias y mineras, por lo tanto con el paso del tiempo los suelos se han deteriorado, a tal punto, que a pesar de estar cubiertos de bosques, por el peso que se genera en algunos sitios en donde las rocas se han empezado a desbaratar, se presentan deslizamientos.A los ríos, en este caso el Molino, los afecta la falta de cultura de numerosos habitantes de Popayán, que arrojan toda clase de elementos a sus aguas, en las que flotan como cadáveres, raídos colchones, pedazos de neveras, de estufas, muebles inservibles, escombros de obras de construcción, entre otros.

 

También afectó la estabilidad de taludes, el manejo de las aguas lluvias de la vía al Huila, en especial entre los kilómetros 3 y 9.

 

Una inundación diferente
La inundación que se presentó en el 2011 fue diferente a la de diciembre de 2013. La del 2011 arrastró lodo y la del pasado 24 de diciembre se llevó zonas de bosque.

Para la coordinadora técnica de la Fundación Río Piedras, ese fenómeno es muy preocupante, debido a que la reconstrucción de la cuenca será costosa, por consiguiente deberá contar con apoyo económico y coordinación interinstitucional y comunitaria, porque Popayán seguirá sufriendo una serie de fenómenos por concentración de lluvias. Esa situación amerita toda la atención tanto del nivel nacional como departamental y local.

En esa subcuenca se deben adelantar obras de control de erosión que pueden costar alrededor de$ 6.500 millones. Sin embargo, la inversión más precisa la dará un estudio que contrató la Alcaldía de Popayán con el Sistema Geológico Nacional.

En esa subcuenca se deben adelantar obras de control de erosión, que puedencostar alrededor de$ 6.500 millones.

En esa subcuenca se deben adelantar obras de control de erosión, que puedencostar alrededor de$ 6.500 millones.

Se adelantan dos estudios
Con anterioridad al desbordamiento del río Molino, en diciembre anterior,la Alcaldía de Popayán contrató dos estudios, uno con la Universidad del Cauca que desarrolla la facultad de Ingeniería Civil, Departamento de Hidráulica, que analiza los riesgos preliminares de afectación y daños asociados a los fenómenos de inundación súbita y avenidas torrenciales en las zonas urbana y rural del municipio de Popayán. Es decir, que se contrató no solo pensando en el río Molino, sino en todo el Municipio, lo que constituirá un elemento de planificación importante para la administración municipal.

 

Determinará los sitios más críticos de inundación en las zonas rural y urbana, el tipo de obras que se deben hacer para evitar ese fenómeno, entre otros aspectos.

 

Se realizará una topografía del río cada 50 metros para mirar hasta dónde hay presencia de depósitos que muestren antiguas zonas de inundación.

 

El otro estudio lo adelanta el Sistema Geológico Nacional, el cual se hará en dos fases, una para la zona rural, y la otra para la urbana, que determinará los problemas de remoción en masa, su intensidad, su grado de afectación y dará nuevos lineamientos de manejo de esa cuenca que tiene graves problemas de erosión.
Debido al desastre reciente, el cual ha sido recurrente, los estudios priorizarán las zonas de los ríos Molino y Pisojé.
Se harán varios mapas de unidades geológicas superficiales, unidades geomorfológicas, cobertura y uso del suelo, inventario de zonas inestables y amenazas por movimientos en masa.

 

Según la ecóloga Recaman, ya se iniciaron las visitas de reconocimiento y se recogió la información de línea base que existía. “Ahí es cuando uno ve que estudios anteriores son importantes porque aportan a la investigación”, aseveró.
Se tendrá una nueva directriz por cuanto esas zonas cambiaron, tanto, que no se debe recomendar la reforestación, porque en los sitios en donde el suelo no soporta el peso, no se puede sembrar árboles, sino cobertura vegetal baja.

 

La naturaleza tiene memoria
En la subcuenca del río Molino, al oriente de Popayán, de aproximadamente 6.200 hectáreas, los fenómenos naturales pueden ser más intensos y más recurrentes, porque los suelos han perdido la capacidad de filtración y de almacenamiento, y la roca que los sostiene cada día se desbarata más, lo que se denomina un proceso de meteorización.

 

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Precisamente, ese fenómeno lo podrá determinar con precisión el estudio que efectúa el Sistema Geológico Nacional.
A la subcuenca río Molino corresponden ocho corregimientos, diez veredas y cuatro comunas urbanas. Están asentados diferentes grupos poblacionales: campesinos e indígenas en la zona rural, y comunidades urbanas que, dependiendo de su sentido de pertenencia y necesidades, degradan en mayor o menor medida los recursos de los que dependen. Por ello, la ecóloga Recaman dice que la naturaleza tiene memoria, pero las personas no, refiriéndose a que han invadido las antiguas zonas de regulación y de humedales, áreas en donde las avenidas súbitas hacen sus depósitos y cuando son construidas, nuevamente el río los deposita en esos sitios, los cuales encuentra ya afectados.

 

En el sector rural de la subcuenca río Molino se han asentado familias provenientes de procesos de reinserción y desplazamiento, originarias de distintos municipios, tanto del Cauca como de otros departamentos.

 

Las zonas más críticas de Popayán
En el sector rural del municipio de Popayán, hay que poner especial atención a las zonas de Poblazón y Santa Elena, en particular a esta última, porque es en donde nace el río Molino.

 

Esas áreas se potrerizaron hace muchos años y las pequeñas manchas de bosque que quedaban se han ido fragmentando,razón por la cual desde el año 2000 la Fundación Pro Cuenca del Río Piedras y otras instituciones vienen trabajando con las comunidades campesinas del sector, que tras recibir las tierras dentro de un proceso de parcelación, se vincularon al sistema de planificación ambiental, permitiendo desarrollar programas silvopastoriles, regenerando sitios que fueron talados, sembrándolos y aislándolos.

 

También en la parte media de la subcuenca, en el sector de El Hogar, se viene haciendo una labor fundamental.
A nivel urbanoel río Molino cuenta con un afluente importante que requiere de especial manejo, como es la quebrada La Cantera, con influencia en el sector de Yambitará, luego le entrega sus aguas al río Molino, próximo a los talleres del Municipio de Popayán. También tiene influjo en la zona de Pomona, posteriormente sobre el barrio Bolívar, atraviesa la ciudad por el parque Mosquera, Cadillal, Junín y recibe las aguas del río Ejido que, a su vez, forma parte del río Molino, es una microcuenca de mucha trascendencia. Se sabe que el río Ejido también ha tenido antecedentes de eventos de inundación y se construyó en las zonas de regulación, entre ellas Los Braceros y El Lago.

Se trabaja en la recuperación de sitios erosionados mediante obras biomecánicas, que es una apuesta comunitaria de organización.

Se trabaja en la recuperación de sitios erosionados mediante obras biomecánicas, que es una apuesta comunitaria de organización.

Manejo integral de la subcuenca
Para la ecóloga entrevistada por La Campana, lo que se requiere es planificación ambiental que le permita a la familia tener alternativas de manejo para producir en su predio, conservar y recuperar las zonas erosionadas. “Entonces, es un proceso integral que marca el manejo de adaptación al territorio, porque a la gente no se le puede decir que no coma, que no siembre, que salga de su finca, etc. A veces hay conclusiones muy ligeras, como:toda la cuenca hay que comprarla, o sacar a toda la gente. Eso no es así, son muchos predios pequeños, de menos de cinco hectáreas, en los cuales la gente trabaja”, señaló.

 

Sirvió el proceso de planificación
Los predios que no se afectaron con las avenidas torrenciales del pasado mes de diciembre, forman parte del proceso de planificación, pues se integraron al aislamientos de bosque, reforestación con especies nativas y recuperación de sitios erosionados mediante obras biomecánicas,que es una apuesta comunitaria de organización, promovida por la Fundación Río Piedras, a través de un sistema de alertas tempranas participativas financiado por la Cooperación Alemana GIZ, que sirvió para monitorear la cuenca e instrumentarla, proceso iniciado en el 2008 con el fin de hacerle seguimiento al clima local, por eso hoy se puede dar cifras.

 

Ahora no solo se cuenta con información del monitoreo, acerca de cuánto llovió y a qué se debió el fenómeno, sino que se tiene una organización que permite que la gente comunique los cambios de clima, advierta y avise de manera oportuna.
En dos horas, antes de que se generara la inundación en la ciudad, el 24 de diciembre de 2013, los habitantes informaron a los Bomberos y a la Policía, ésta avisó a muchos puntos que eran críticos. Lo anterior unido a la red de vigías rurales que se trabajó en coordinación con la CRC.

 

Esas acciones son la clave de la prevención, así no estén tecnificadas con sensores en tiempo real que es lo que se busca.
“Si no se estuvieran adelantando acciones en la cuenca, no quiero ni imaginar lo que hubiera pasado el 24 de diciembre. El problema de las avenidas torrenciales hubiera sido mayor, así como la afectación en más zonas de la ciudad”, agregó la ecóloga Recaman.

 

Marcelina Lame Pame, líder campesina que vive en la vereda El Hogar, perteneciente a la subcuenca del río Molino.

Marcelina Lame Pame,
líder campesina que vive en la vereda El Hogar, perteneciente a la subcuenca del río Molino.

Marcelina Lame Pame
Esta líder campesina, que vive en la vereda El Hogar, perteneciente a la subcuenca del río Molino, parte media, desde hace varios años se unió al trabajo que desarrollan la Fundación Pro Cuenca del Río Piedras y la empresa de Acueducto y Alcantarillado de Popayán, en cuanto ala conservación de bosques naturales, aislamiento en las zonas en donde hay nacimientos de agua y a los proyectos silvopastoriles.

 

Según ella, que también se vinculó al programa de vigías de alertas tempranas y cambio climático, la tragedia ocurrida en la noche del 24 de diciembre obligó a muchas familias a evacuar sus viviendas, innumerables cultivos fueron arrasados por las aguas y se dañaron los acueductos veredal e interveredal.

 

La capacitación que ha recibido como vigía de alertas tempranas le ha servido para entender que el tiempo ya no es el mismo de antes, que hay variedad de climas, como lo pudieron constatar esa siniestra noche decembrina.

 

“Con los aparatos que nos dio la Fundación, como el termómetro y el pluviómetro, instrumento éste que mide la cantidad de agua precipitada de un determinado lugar, pudimos constatar que en la vereda El Hogar alcanzamos 172 milímetros de agua”, afirmó.

 

La comunidad de su vereda tiene varios radioteléfonos con red de apoyo de la Policía, la Cruz Roja y con la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Popayán.

 

publicado en la edición impresa del 11 de abril del 2014.

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