Los caucanos en zozobra permanente

Por en octubre 31, 2017

Por Aura Isabel Olano

Para las comunidades indígenas del Cauca bloquear la carretera Panamericana se convirtió desde hace años en la forma más efectiva de presión a los gobiernos de turno que, sobre la propia vía, han firmado centenares de compromisos, cumplidos algunos, incumplidos otros, a tal punto que los voceros del CRIC dicen que frente a los 1.365 acuerdos pactados con el Gobierno Nacional, a la fecha no tienen cumplimiento superior al 3%.

Sin mayor análisis por parte del Ejecutivo, sino para apagar los incendios de bloqueos a una vía internacional, los transitorios ministros o sus delegados les han firmado variadas pretensiones a sabiendas de que muchas de ellas no se pueden cumplir. Han girado una serie de cheques sin fondos que los indígenas han acumulado y que se han convertido en la gasolina de nuevos paros para seguir presionando.

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Recordemos el terrible bloqueo de la Panamericana de casi un mes en el año de 1999 cuando sitiaron a Popayán y al suroccidente colombiano, quebraron empresas no solo del Cauca sino de los departamentos vecinos, afectaron la salud de numerosas personas que no podían ser remitidas a hospitales de mayor complejidad que los que tiene Popayán. Los perjuicios económicos para empresarios, comerciantes, sector salud y comunidad en general han sido incalculables, sin que a los líderes indígenas y a sus elegantes asesores les importe la suerte del Cauca y del resto de la población del suroccidente y del país en general.

Esa mirada es egoísta, porque no pueden primar los intereses de un grupo social minoritario, por encima de las mayorías, cuyas exigencias no consultan los planes de desarrollo Nacional, Departamental ni Municipales. Son de tal complejidad, como para fundar un nuevo ente territorial.

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En un Departamento multicultural como el Cauca, la etnia indígena no es la única que tiene derecho a este territorio, los demás habitantes no llegaron de Júpiter ni de Marte, no son extraterrestres. Aquí, como en toda América se dio un mestizaje como consecuencia de la colonización portuguesa y española, especialmente. Valga decir, que somos el producto de una variada mezcla que dio origen a nuevas etnias y nuevos fenotipos, y por las venas de los mestizos corre sangre indígena, negra, europea. Igualmente, la sangre indígena está mezclada, basta observar, por ejemplo, entre las nuevas generaciones de indígenas, un fenotipo diferente al tradicional. No hay sangres puras. No quiere decir, que no se tenga respeto por sus orígenes como pueblos ancestrales, con sus organizaciones sociales y culturales, pero hay que entender que este es un Departamento pluriétnico, en donde debemos caber todos, como bien dice su Himno.

Preocupa que no vean al Cauca como su Departamento, sino como un territorio sobre el cual tienen todo el derecho, sin darle nada a cambio. Al resto de caucanos y de colombianos que habitan estas tierras, cada vez les limitan más la libre movilidad, ya no se puede transitar por lo que ellos consideran sus territorios, incluso en muchos sitios cobran “peaje”. Cuando se pensaba que con los Acuerdos de Paz con las Farc, los caucanos podríamos conocer nuestro lindo Departamento, ahora resulta que tampoco, porque algunas comunidades indígenas limitan ese derecho, afectando aún más la convivencia pacífica.
En el Cauca se vive en permanente zozobra, pues no se sabe en qué momento los líderes indígenas y ahora otros movimientos como el cocalero, se toman las vías, perjudicando de ese modo la economía regional, desestimulando la inversión, la libre empresa, actividades estas que son las que producen empleo y pagan impuestos con los que el Estado atiende las exigencias de estas comunidades que no tributan.

Es hora de que los gremios de la producción, comerciantes, campesinos, académicos, universidades, la dirigencia política (que parece no existir en el Cauca) y representantes de distintos sectores de la sociedad civil caucana, analicen con los líderes indígenas y voceros del Gobierno en sus niveles nacional, departamental y municipal las exigencias de esta etnia, contenidas en 17 complejos puntos, para saber a ciencia cierta, no solo qué piden, sino qué se les ha concedido, qué falta por concedérseles, qué no se les puede cumplir y cuánto vale ese petitorio. No se puede seguir ajeno a esta situación, porque tanto los recursos como el territorio del Cauca pertenecen no solo a los caucanos, sino a todos los colombianos que tienen derecho a disfrutar los parques naturales, los ríos, las montañas, en fin, las maravillas naturales de este hermoso y bien dotado Departamento, que no puede ser exclusivo de unos pocos.

Es hora de hablar francamente, con respeto, sin resentimientos, sobre lo que ha venido separando a los caucanos, sin distingo de raza, pero también lo que entre todos se puede construir a partir de las diferencias, para desarrollar esta rica región en la que quepan indígenas, negros, mestizos, mulatos, etc., y que sea ejemplo de inclusión social.

Hay que dejar de lado las exigencias, el discurso ideologista y retador, construido desde el enfrentamiento que por décadas ha generado violencia y darles paso a las propuestas realistas y viables, que construyan, no que destruyan ni excluyan. En el Cauca todos deben caber y con ese propósito se debe trabajar, esa será la verdadera revolución y conquista social.

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