La dinamita y la violencia virtual

Por en abril 14, 2014

Editorial abril 11 de 2014

En contra del Cauca y de su capital, Popayán, se han ensañado desde hace décadas los distintos grupos subversivos que encontraron en esta región una serie de condiciones que les han sido favorables, como la topografía, sus riquezas naturales y el propio subdesarrollo del Departamento. Esto les ha permitido fortalecer el proceso del narcotráfico, desde los cultivos de uso ilícito (marihuana, coca, amapola) pasando por la producción, venta, transporte y tráfico de los estupefacientes que envician y matan a personas en distintos países, mientras que los dueños de ese negocio maldito se llenan los bolsillos y trafican con armas para proteger su tenebrosa industria, a la que le suman la minería ilegal, el secuestro y el boleteo.

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Esa desgracia la vive el Cauca en toda su geografía, y es fuente inagotable de recursos para quienes se apoderaron de esta región de la Patria, la que pauperizaron. Sometieron a indígenas y campesinos ante la indiferencia del Estado y la falta de liderazgo regional, tanto político, como gremial y social.
Quienes han subyugado al Cauca hoy pontifican desde La Habana sobre cultivos de uso ilícito y narcotráfico, como si nada tuvieran que ver con este terrible negocio, que condenó al campo caucano a la miseria y a la violencia, lo que ha obligado a miles de familias a emigrar de sus terruños. ¿Será que nada dicen las estadísticas, según las cuales, diariamente llegan a Popayán 35 familias en situación de desplazamiento? Esa es una tragedia social de gravísimas consecuencias para una ciudad que no puede ofrecer condiciones de vida digna a tantos desarraigados.
Y mientras se busca la paz desde La Habana, esa paz en abstracto de la que hablan influyentes columnistas capitalinos, como si ya fuera un hecho, se multiplican las llamadas víctimas del conflicto que se convierten en desplazados, cuando deberían estar produciendo en sus parcelas y viviendo una vida tranquila.
De manera frecuente la subversión pone bombas en humildes pueblos caucanos que vienen destruyendo desde hace décadas, dinamitan sectores de la carretera Panamericana para poner en jaque al Cauca y, particularmente, a Popayán. Ya es usual que este tipo de atentados que provocan pánico, también los cometa la guerrilla en vísperas de la Semana Santa para hacer desistir a turistas y feligreses nacionales y extranjeros de visitar la capital caucana en esta importante época del año.
A esta violenta actitud de las FARC en contra de Popayán y de sus habitantes, se suma ahora el absurdo proceder de algunos personajes que en las redes sociales, como Facebook, se han dedicado, igualmente, a desmotivar a propios y turistas a que visiten Popayán durante Semana Santa, cuando es la época del año en la que se irrigan importantes recursos a la economía local, con beneficio directo para sectores como el hotelero y afines, comida típica, alimentos, transporte, arte, artesanía, comunicaciones, turismo, comercio, etc. También genera empleo temporal que beneficia especialmente a los jóvenes.
Los atentados de la guerrilla condenan a las ciudades y regiones al aislamiento con terribles consecuencias. El mismo efecto se logra con los destructivos comentarios y consejas en redes sociales. Son cargas de alto poder destructivo contra una ciudad que, como Popayán, ha venido padeciendo los rigores del terrorismo y ahora los de la violencia virtual. Ojalá que los autores de tan “argumentadas disquisiciones” contribuyeran al desarrollo de Popayán.

 

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