Así vamos

Por en agosto 7, 2013

No habían terminado de exponerse los despojos mortales del comandante Chávez, cuando ya Nicolás Maduro se apertrechaba con la presidencia

Por Gloria Cepeda Vargas

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No habían terminado de exponerse los despojos mortales del comandante Chávez, cuando ya Nicolás Maduro se apertrechaba con la presidencia interina del país mediante juramento realizado en el recinto de la Asamblea Nacional y licencia del Tribunal Supremo de Justicia.

Acerca de la legalidad o fraudulencia de esta medida se pronunciaron desde Henrique Capriles hasta juristas que saben lo que dicen. Tan tupida es la maraña que envuelve la enfermedad y deceso del caudillo y tan macabro lo que aletea, que parte del pueblo duda hasta de la autenticidad del cadáver.

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A estas alturas Hugo Chávez es solo el comodín librado a la ambición de una cáfila voraz encabezada por Nicolás Maduro. A su acefalía verbal se pliega ahora una evocación constante de las gracias y talentos que adornaron al desaparecido gobernante; tan desmesurada, que por abundante, salpica; por ditirámbica, desconcierta; por surrealista, se sale de marco. Es tanta la adjetivación laudatoria que a pesar de su desconocimiento del terreno, saquea la frase hasta volverla irreconocible.

Ésta será no solo la más corta e inequitativa campaña electoral de la historia venezolana, también la más inédita: transcurrirá orquestada por la memoria de Hugo Chávez transmutada en la presencia de Nicolás Maduro.

En este momento las dos fuerzas políticas en juego se trenzan en un forcejeo totalmente dispar y ajeno a elementales fórmulas políticas. Apenas desaparecido el padre de la debacle, su heredero destapó las cartas. Sin respetar siquiera sus últimas palabras, se saltó a la torera los veredictos constitucionales y en complicidad con los poderes legislativo y judicial desdibujados en un atentado masivo contra el espíritu de la República, cruzó vertiginosamente de vicepresidente a Presidente encargado de la República Bolivariana de Venezuela, blindado con todas las atribuciones que el máximo gobernante maneja en derecho. ¿En qué jornada electoral fue elegido tan advenedizo personaje?

En esta ocasión, el chavismo se juega la oportunidad de demostrar la supervivencia del chavismo sin Chávez. La oposición en condiciones de desventaja superlativa ante el monstruoso despliegue de poder estatal, tiene entre manos una tarea ímproba que deberá emprender enarbolando tres prioridades: 1) Interiorizar en el corazón de las huestes chavistas que Maduro no es Chávez 2) Exigir respeto a la Constitución Nacional como requisito indispensable de viabilidad electoral y demostrar su flagrante vulneración por los agentes del Estado 3) Probar que el gobierno ha mentido en asuntos tan caros para el sentir del pueblo chavista como los referidos a la salud y muerte del mandatario.
No es éste el momento de establecer el panegírico o la diatriba de Hugo Chávez. Venezuela requiere atención de emergencia la cual para hacerse efectiva, clama a gritos por la reconciliación de sus hijos hoy plantados en dos bandos irreconciliables.

El discurso de odio martillado por el extinto presidente con ensañamiento feroz, dio sus frutos. Ante esta mancha que cubre todas las instancias nacionales y hace imposible la convivencia pacífica, pierde peso hasta el nombre del futuro mandatario. Fueron catorce años socavando e incendiando. Los resultados están a la vista.

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