Acerca del debate sobre las drogas ilícitas

Por en noviembre 24, 2017

Por Jairo Hernán Ortíz Ocampo (*)

Hoy nadie puede negar que existe una gran incongruencia en la política antidrogas; sobre todo en la regla que se emplea para descertificar y/o certificar a los Estados productores de drogas ilícitas.

Se quiere obviar una regla mínima de la economía: el aumento de la demanda (consumo) elevan la oferta (producción). Es paradójico que se siga censurando a los Estados productores y se pase por alto a los Estados consumidores. En las transacciones comerciales interesa tanto quien vende como el que compra. Pero es obvio que el debate de las drogas ilícitas es un debate tanto político como económico.

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Ya había afirmado, en un artículo anterior, que la“descertificación” es un instrumento que denota jerarquía; va dirigida de un Estado con mayor poder hacia otro con muy poco poder. Por ello es ilógico, en ese contexto, imaginarnos que Colombia pueda descertificar a Estados Unidos por su consumo desmesurado de drogas ilícitas. Esta es aplicable sólo a los países subdesarrollados; nunca veremos países desarrollados estigmatizados ni censurados por causa de ese flagelo.

Países descertificados por la producción de drogas: Afganistán, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, India, Jamaica, México, Nicaragua, Pakistán Panamá, Perú, Venezuela y por supuesto Colombia, descertificada dos veces. Ahora, países desarrollados que han sido estigmatizados por el consumo o no certificados por la producción: ninguno.

Preguntémonos: ¿Colombia realmente es el país que está produciendo la mayoría de las drogas que hoy en día se consumen en el mundo? La respuesta es no. El consumo de drogas a gran escala a nivel mundial va más allá de la marihuana y de la cocaína, que es lo que realmente se le puede adjudicar a Colombia, entre otros países, su autoría.

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Un ejemplo: La mayoría de las muertes por causa de drogas en Estados Unidos fueron causadas por la heroína y por el opio. El abuso de opioides han hecho que éste país se declare en emergencia nacional.

Sólo en el 2015 se registraron 47.000 muertes por sobredosis de drogas y más de 6 de cada 10 de estos casos fueron por el consumo de opioides, incluyendo analgésicos opiáceos y heroína. Para el 2016 hubo 35 mil muertes por sobredosis de heroína (Ver Informe: Centro Para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, 2016 (CDC por sus siglas en Inglés)

No sobra mencionar, de igual modo, que el mercado más grande de heroína en el mundo es Europa occidental y aproximadamente la mitad corresponde tan sólo a tres países, a saber, el Reino Unido, Italia y Francia

Hay que advertir, además, que los estimulantes de tipo anfetamínico (ETA) han acaparado una gran proporción del mercado de drogas a nivel mundial, en los últimos dos decenios. Su producción se ha extendido de tal forma que según el Informe Mundial de Drogas de Naciones Unidas (2015) señala que el número de consumidores de ésta droga superará al de los consumidores de opiáceos y cocaína en su conjunto.

Los estimulantes de tipo anfetamínico comprenden un tipo de sustancias sintéticas del grupo de las anfetaminas y sustancias del grupo del éxtasis. Sus laboratorios los encontramos principalmente en Estados Unidos, La República Checa, Australia, China, Eslovaquia, Nueva Zelanda y Canadá.

En otras palabras, no es factible eliminar de manera sustancial o de forma significativa la producción de drogas consideradas ilícitas sino se reconoce el gran mercado que actualmente es impulsado por economías transnacionales. Colombia ya no es el gran productor de drogas en el mundo, la política antidrogas que se limita a “satanizar” a los países subdesarrollados y obviar a los consumidores y productores de las naciones consideradas desarrolladas, debe ser fuertemente cuestionada y modificada.

(*) Docente Programa de Ciencia Política
Universidad del Cauca
jhernanortiz@unicauca.edu.co

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